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jueves, 30 de noviembre de 2017

La placa dental sirve para rastrear migraciones antiguas
by LB Paleorama - 0


Los dientes antiguos guardados en los museos aún sin limpiar guardan un valioso tesoro

El poblamiento de la Polinesia, por su rapidez a pesar del vasto territorio al que se refiere, ha desafiado los métodos tradicionales de estudio de las migraciones humanas. Ahora, tras los últimos avances en el estudio de placa dental antigua para averiguar por ejemplo en qué consistía la dieta neandertal, un grupo de investigadores se propone averiguar cómo se produjo el poblamiento de estas islas a partir del sarro obtenido de dentaduras antiguas de sus moradores. Para ello buscarán las mutaciones en el ADN de las bacterias atrapadas en él.

Fecha de Publicación
22 de noviembre de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
ArchaeologyThe Atlantic
Fuente de las imágenes
The Atlantic
Palabras clave:
Polinesia, población, migraciones, placa dental, bacterias, mutación, ADN, ciencia
Bibliografía científica, publicación original
The Journal of Island and Coastal Archaeology

Traducción: Laura Benito Díez.
Si las dejamos tranquilas sin cepillado y enjuague, las bacterias de tu boca formarán una capa pegajosa llamada placa. Con el paso del tiempo, la placa se volverá dura y de color amarillo, y se calcificará sobre los dientes formando los cálculos dentales, también conocidos como sarro.
Llegado a ese punto, el sarro es muy resistente. Solo hay que fijarse en los dientes neandertales de los que los científicos han obtenido recientemente los datos suficientes para reconstruir su paleodieta a través del sarro de 40.000 años de antigüedad. El sarro va creciendo en capas de forma similar a los anillos de los árboles, sepultando el ADN de minúsculos trozos de comida junto con las bacterias de la boca. Cuarenta mil años después, los científicos pueden analizar el ADN para reconstruir lo que sucedía en las bocas de los neandertales desaparecidos largo tiempo atrás.
Después de llegar tan lejos en el tiempo usando el sarro antiguo, algunos de estos científicos se han embarcado en un proyecto aún más ambicioso: usar el ADN de las bacterias presentes en el sarro para averiguar cómo los humanos se asentaron a lo largo de los casi 26 millones de kilómetros cuadrados de la Polinesia.
La Polinesia ha frustrado las aproximaciones tradicionales de rastrear las migraciones humanas (arqueología, análisis lingüísticos, incluso ADN humano) porque grandes áreas fueron ocupadas realmente rápido. Los humanos alcanzaron primero las islas Sociedad, en el centro del Triángulo de la Polinesia, quizá en torno al año 1000 d.C. Después en el intervalo de dos centurias, se embarcaron en canoas a través de vastos sectores de océano abierto para hallar pequeños enclaves de roca habitables tan lejanos como Hawaii, Nueva Zelanda y la Isla de Pascua. Cómo los polinesios navegaron en estas aguas en el siglo XI es un tema enormemente fascinante. Pero en un punto mucho más básico, los arqueólogos no están exactamente seguros cuando las islas fueron habitadas y en qué orden. Ahí es donde entra en juego el sarro.
Debido a que las bactierias están constantemente multiplicándose, acumulan frecuentes mutaciones en su ADN. Al comparar las mutaciones registradas en el sarro en unas y otras islas, los investigadores esperan averiguar si los primeros pobladores se extendieron de forma sistemática por la Polinesia o evitaron ciertas islas. "Las formas tradicionales de estudiar las migraciones humanas podrían resultar demasiado generalistas. Sin embargo, esperamos que la rápida ratio de evolución en esas bacterias nos permita responder algunas de las preguntas", ha declarado Raphael Eisenhofer, doctorando de la Universidad de Adelaida, y coautor de un reciente artículo proponiendo el uso del sarro para registrar migraciones humanas.
Junto a ungrupo de investigadores de ADN y arqueólogos, ha comenzado a muestrear dientes procedentes de Polinesia. Retirar el sarro antiguo no es muy diferente de lo que hacen los odontólogos en la actualidad, dice Laura Weyrich, investigadora de ADN antiguo de la Universidad de Adelaida. Ella lo retira con un palillo de dientes. El grupo ha recogido cientos de muestras de las colecciones del Museo de Historia Natural de Londres y de otros museos.
"Buscamos los cráneos que fueron depositados en una vitrina y siguen aún polvorientos sin que nadie los haya limpiado".
Es mucho más fácil, dice Weyrich, convencer a los museos de ceder algo de sarro que de sacrificar un hueso para analizar el ADN humano. De hecho, los museos tradicionalmente han limpiado el sarro de los dientes para poder analizar mejor su forma y para que tengan un mejor aspecto en sus vitrinas. "Desde mi perspectiva, es increíblemente frustrante. Es como, 'nooo, ¿qué han hecho?'", dice Weyrich. Con más frecuencia de la deseada, los especímenes más famosos han sido limpiados.
De vuelta en Adelaida, Eisenhofer está secuenciando las muestras en un laboratorio creado específicamente para ADN antiguo. Trabajar con ADN antiguo es delicado porque las muestras suelen ser pequeñas y estar degradadas, fácilmente contaminadas por el ADN moderno desprendido de bacterias que viven dentro de nuestros cuerpos y en su superficie. Para evitar la contaminación, lleva un traje, una máscara y tres pares de guantes.
El equipo ha obtenido docenas de cadenas de bacterias comunes de la boca que se adhieren a la superficie de los dientes y se encuentran comúnmente en la placa dental. Y esperan secuenciar genes específicos e identificar sus mutaciones a lo largo del tiempo. Los científicos han analizado patógenos específicos, como Helicobacter pylori, como indicadores de migraciones humanas con anterioridad, pero Weyrich y Eisenhofer esperan extraer más información al estudiar la totalidad de la comunidad de las bacterias bucales. Podría haber un montón de información escondida en el sarro que los museos antes tiraban a la basura. Cuando Weyrich recoge muestras de sarro de los dientes, escoge cuidadosamente mandíbulas que tienen más de un diente y se asegura de dejar algo de sarro. Explica que no quieren destruirlo todo porque nunca sabes qué técnicas se desarrollarán en el futuro.

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