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viernes, 29 de enero de 2016

Hace unos 50.000 años los humanos llevaron a la megafauna australiana a la extinción
by JMI Paleorama - 0


El consumo de huevos de Genyornis newtoni por parte de los humanos modernos parece haber contribuido a su extinción

Los hallazgos identificados en más de 200 yacimientos australianos de unos 50.000 años de antigüedad parecen señalar a los humanos como contribuidores principales a la extinción de un ave de más de 2 metros de alto llamada Genyornis newtoni, desaparecida en torno a esas mismas fechas. Los investigadores han identificado numerosos casos de fragmentos de cáscara de huevo afectados por pequeñas fuentes de calor, presumiblemente fogatas de estos primeros pobladores, lo que habría afectado de manera fatal al éxito reproductor de la especie.

Fecha de Publicación
29 de enero de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
Europa PressArchaeologyEurekalert
Fuente de las imágenes
Europa Press
Palabras clave:
Australia, megafauna, Genyornis newtoni, extinción, dieta, primeros pobladores, 50.000 BP
Bibliografía científica, publicación original
Nature Communications
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Científicos han descubierto la primera evidencia directa de que los humanos jugaron un papel sustancial en la extinción de la megafauna que habitaba Australia hace 50.000 años.
Un ave no voladora, conocida como Genyornis newtoni, de más de 2 metros de alto, vivía en gran parte de Australia antes del establecimiento de los seres humanos en el continente hace 50.000 años, según ha explicado el profesor Gifford Miller, de la Universidad de Colorado Boulder.
El hallazgo de restos de quemaduras en fragmentos de cáscaras de huevo de Genyornis, lo que indica que los humanos recolectaban y cocinaban sus huevos, reduciendo el éxito reproductivo de las aves.
"Consideramos que esta es la primera y única evidencia segura de que los seres humanos se aprovecharon directamente de la megafauna australiana ahora extinta", ha declarado Miller. "Hemos documentado estas cáscaras de huevo característicamente quemadas en más de 200 sitios en todo el continente".
En el análisis de cáscaras de huevo de Genyornis no quemadas procedentes de más de 2.000 localidades en toda Australia, principalmente de dunas de arena donde anidaban estos pájaros, la aplicación de diferentes métodos de datación sirvieron a los investigadores paraa determinar que ninguno tenía menos de 45.000 años de antigüedad. Fragmentos de cáscara de huevo quemados de más de 200 de esos sitios, algunos sólo parcialmente ennegrecidos, sugieren que las piezas fueron expuestas a una amplia gama de temperaturas, ha informado Miller.
Analizados ópticamente con datación por luminiscencia, un método usado para determinar cuándo los granos de cuarzo que encierran las cáscaras de huevo quedaron expuestos a la luz solar, el rango de tiempo en que las cáscaras de huevo fueron quemadas se limita entre hace 54.000 y 44.000 años. La datación por radiocarbono indica que la cáscara quemada más joven tenía unos 47.000 años de antigüedad.
Existe una explicación por la cual los huevos fueron calentados en pequeños fuegos presumiblemente encendidos por humanos y no se quemaron en incendios forestales. Los aminoácidos --bloques de construcción de proteínas-- se decomponen de una manera predecible dentro de cáscaras de huevo en el tiempo. En fragmentos de cáscara de huevo quemados en un extremo, pero no el otro, hay un testigo "degradado" que abarca desde la descomposición total de aminoácidos a la mínima descomposición de aminoácidos. Un gradiente sólo podría ser producido por una fuente de calor localizada, probablemente una brasa, y no por el calor sostenido producido regularmente por los incendios forestales en el continente, tanto en el pasado lejano como hoy.
Miller también explicó que los investigadores observaron que muchos de los fragmentos de cáscara de huevo de Genyornis quemados, aparecían en racimos de menos de 3 metros de diámetro, sin otros fragmentos de cáscara de huevo cercanos. Algunos fragmentos individuales de los mismos grupos tenían diferencias de gradiente térmico de casi 1.000 grados Fahrenheit, condiciones casi imposibles de reproducir con los incendios forestales naturales.


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