Un nuevo estudio dental completa la visión de la dieta de los primeros homínidos
Las distintas hipótesis sobre la dieta de los primeros homínidos han resultado muy importantes a la hora de plantear cómo se produjo la evolución de cada especie, e incluso para plantear las diferencias morfológicas entre ellas. Hasta ahora existían estudios basados en distintas técnicas y focalizados en especies concretas que aportaban visiones parciales. Este panorama ha cambiado a partir de un nuevo estudio publicado en Plos One, basado en las microestrías dentales y que examina fósiles de entre 4 ma y 1,5 ma de antigüedad, y que viene a decir que incluso los australopithecus podían ya consumir proteína animal, o que los paranthropus tenían una dieta blanda a pesar de sus muelas enormes. Ver para creer.
Fecha de Publicación
17 de noviembre de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
Efe Futuro, Europa Press
Fuente de las imágenes
Plos One
Palabras clave:
prehistoria, plioceno inferior, pleistoceno, paleolítico inferior, australopithecus, paranthropus, homo, dieta, dentición, microestriación dental, gastronomía
Bibliografía científica, publicación original
Plos One
La dieta de nuestros antepasados más remotos fue mucho más rica y variada de lo que se pensaba hasta ahora, lo que demuestra que en el largo proceso de evolución humana nuestros ancestros se adaptaron a hábitats distintos para obtener recursos en todos ellos.
Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista PLoS One y realizado por investigadores españoles de la Universidad de Barcelona (UB) y de la Universidad de Washington.
Este estudio resulta especialmente relevante ya que siempre se ha considerado la alimentación como uno de los factores diferenciadores más importantes entre los primates.
Cómo obtenemos los recursos y procesamos los alimentos son aspectos que explican los rasgos anatómicos del esqueleto y de los dientes, y que a su vez distinguen a los distintos linajes de homínidos. Dicho de otro modo, estas diferencias son el resultado de la necesaria adaptación al entorno.Por eso, caracterizar la dieta y las adaptaciones ecológicas de los homínidos del Pleistoceno en el África Oriental es esencial para conocer los hábitats en los que evolucionaron nuestros antepasados.
El estudio ha tenido en cuenta los datos procedentes de dientes fósiles recuperados en yacimientos de Kenia, Tanzania y Etiopía, y de varias especies de homínidos de entre cuatro y un millón de años de antigüedad.
Para ello, el equipo científico ha estudiado la microestriación dental, una técnica que analiza las estrías o marcas que los alimentos dejan en el esmalte dental. A través de estas marcas podemos deducir si la dieta era muy dura y abrasiva (propia de hábitats abiertos o sabanas) o blanda, basada en alimentos blandos como la fruta (típica de bosques), tal y como ha explicado el director del equipo científico y coautor del trabajo, el Dr. Alejandro Pérez-Pérez.
Otros trabajos de investigación anteriores habían arrojado resultados contradictorios. Los que estaban basados en la técnica de isótopos sostenían que los linajes de esta familia de homínidos tenían una dieta blanda, basada en plantas próximas a cursos de agua, con brotes y tallos tiernos, mientras que los análisis de microestriación dental en las superficies masticatorias de los dientes apuntaban a una dieta muy dura, una tesis que además parecía más acorde con el gran tamaño de las piezas dentales de esta especie.
Ampliando la visión sobre la dieta del pasado
El nuevo estudio publicado en Plos One es “mucho más completo”, porque incluye también las especies gráciles de Australopitecos (Australopithecus anamensis y Australopithecus afarensis), de unos cuatro a tres millones de años de antigüedad, y compara los resultados con estudios anteriores.
Además, analiza las formas robustas de parantropos, las especies Australopithecus aethiopicus y Australopithecus boisei, “que son los dos taxones más robustos que hay en África del este”, y dos tipos de Homo, el Homo habilis y el Homo erectus (de entre dos y un millón de años de antigüedad).
Entre las conclusiones obtenidas, se ha observado que los parantropinos (homínidos adaptados a ambientes áridos de la sabana africana), tenían una dieta más blanda que la de los chimpancés, que actualmente viven en un ambiente de bosque tropical, por lo que cabe la posibilidad de que comieran proteínas de origen animal (como cangrejos, que tienen un caparazón duro pero una carne blanda).
Este resultado cambiaría la visión tradicional de estas especies, ya que por el gran tamaño de sus dientes, hasta 3 centímetros de diámetro, siempre seha considerado que consumían principalmente vegetales duros.
En los análisis “esperábamos obtener una densidad de estrías mayor” pero si lo normal para un ser humano actual es tener entre 50 y 100 estrías por cada 0,5 mm2 de esmalte en el diente, los parantropinos tenían entre 20 y 30, “una observación que sugiere que lo que masticaban era blando”.
Quizá la función de esos dientes enormes fuese en realidad la de permitir romper cáscaras duras y alimentarse del interior blando, como frutos secos o crustáceos.
En el caso de los parantropinos (A. aethiopicus y A. boisei), de uno a dos millones de antigüedad, tenían una alimentación blanda en ambas especies, basada mayoritariamente en frutos maduros, sin descartar el consumo de proteínas de origen animal./br>
Gran adaptación de los primeros Homo
En la última parte del estudio, los resultados del análisis de la dieta de Homo habilis y Homo erectus difieren entre sí. Por un lado, H. habilis tiene menos marcas dentales que H. erectus, lo que sugiere que pudo ser más carroñero y tener una dieta más carnívora que su descendiente el H. erectus.
“El patrón de microestriación sugiere una gran variabilidad alimentaria de un humano que ya estaba muy adaptado a desplazarse por diversos entornos y que coincide además con un cambio climático en África del Este hacia un clima más árido. H. Erectus se adaptó a este ambiente y supo obtener todo tipo de recursos”, concluye Pérez-Pérez.
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