Una colección particular de piezas arqueológicas tirada a la basura por la familia del coleccionista fallecido
Siempre hay quien se queja porque las piezas arqueológicas estén en el almacén de un museo, guardaditas en sus cajas. Hay incluso quien clama por el legítimo derecho a "disfrutar" en casa de un objeto que de otro modo nadie vería, sin valorar la capacidad de un museo para la conservación de sus piezas o la disponibilidad de acceso a las mismas por parte de los investigadores. La noticia que ha saltado esta semana en Galicia demuestra que el Patrimonio debe estar en manos públicas porque es de todos, y no depender del interés o no de un particular por su conservación. Una colección privada de miles de piezas arqueológicas prehistóricas y de época castrexa ha terminado depositada en la calle en sacos de escombro tras el fallecimiento del coleccionista en cuestión y ante el desinterés de sus familiares por estos objetos. Ahora, el Museo Quiñones de León (Castrelos, Pontevedra) se afana en estudiar y clasificar las piezas, cuyo destino inminente era un vertedero.
Fecha de Publicación
17 de enero de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
Faro de Vigo
Fuente de las imágenes
Faro de Vigo
Palabras clave:
patrimonio, sucesos, Torrecedeira, Castrelos, Pontevedra, España, expolio
Bibliografía científica, publicación original
Esta semana saltaba en los medios la chocante noticia de la localización de varios sacos de escombro llenos de material arqueológico en una calle de Torrecedeira, en Castrelos (parroquia de Vigo).
Unos vecinos paseaban por la zona cuando les llamó la atención el contenido de los sacos y decidieron avisar a las autoridades.
Tras comprobar que se trataba de objetos arqueológicos, se procedió a trasladar los materiales al Museo Quiñones de León de Castrelos (Vigo), donde se están examinando y clasificando todos los bienes recuperados. Un examen preliminar indica que se trata de piezas relacionaldas con el Paleolítico de A Guarda y también otros materiales de la cultura castrexa.
Según ha trascendido, todos estos objetos arqueológicos pertenecían a un particular, y tras su fallecimiento, la familia no habría estado interesada en ellos por lo que fueron evacuados del domicilio y depositados en sacos de escombro.
Además de las piezas, se han podido recuperar documentos de inventario relacionados con ellas, que podran facilitar la labor de clasificación a la que ahora se enfrenta el Museo Quiñones de León. Desde allí tratarán de valorar los objetos encontrados, pero no nos referimos a una valoración económica, sino al valor como elementos patrimoniales, del patrimonio de todos, que un particular decidió almacenar en su casa, a su juicio probablemente con alto interés y cuidado, pero que a su muerte han terminado abandonados en la basura.
A lo largo del ejercicio de la arqueología, nos encontramos con muchos particulares interesados en el coleccionismo, incluso mucho que gustan de considerarse "arqueólogos aficionados", y que se consideran mayores garantes del patrimonio que la propia administración. Lamentablemente este caso demuestra de manera muy evidente que lo adecuado es almacenar las piezas arqueológicas en los museos, dosnde se garantice realmente su conservación, y donde puedan ser estudiadas por cualquier investigador que lo solicite.
A todo esto hay quien sostiene el "derecho" a disfrutar de estas piezas que probablemente no serían expuestas sino almacenadas, sin querer comprender que lo importante es el conocimiento que aportan, y que puedan ser investigadas, también en su contexto arqueológico, y no solo recogidas aleatoriamente y almacenadas en un lugar que no ofrece garantías de su perpetuación.
Nos preguntamos por qué a nadie se le ocurrió donar las piezas directamente al museo, cuando menos.
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