Por primera vez ha sido posible obtener un calco de un caballo fallecido en la erupción del Vesubio en 79 d.C.
Ni un entorno como el de Pompeya se libra de las acciones de los furtivos. El descubrimiento de excavaciones ilegales en el enclave de Civita Giuliana, en las proximidades de la ciudad, ha llevado a la realización de excavaciones arqueológicas en el sitio por parte del equipo del Parco Archeologico de Pompei, en las que se ha podido recuperar por primera vez el molde en yeso de un caballo atrapado por la ceniza arrojada por el Vesubio en su erupción de 79 d.C. El molde revela un gran detalle anatómico en zonas concretas como la oreja izquierda, y los restos óseos recuperados en su interior serán estudiados en busca de más información y posibles patologías. La recuperación de parte de sus arreos, realizados en hierro con elementos de bronce, indican el alto estatus del animal, que por sus dimensiones indica además una cuidadosa selección de ejemplares practicada ya entonces en Pompeya.
Fecha de Publicación
10 de mayo de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
Parco Archeologico di Pompei, The Local
Fuente de las imágenes
Parco Archeologico di Pompei
Palabras clave:
mundo clásico, romanos, Civita Giuliana, Pompeya, Pompeii, Italia, caballo, molde, arreos, bronce, Vesubio, mascotas
Bibliografía científica, publicación original
Las labores de investigación realizadas a raíz del descubrimiento de excavaciones furtivas en el enclave de Civita Giuliana (Pompeya, Italia) han proporcionado una serie de hallazgos arqueológicos de gran relevancia, entre los que se encuentran los primeros restos de un caballo recuperados de entre las cenizas de la erupción del Vesubio que arrasó la zona en 79 d.C.
Entre los distintos ambientes individualizados se encuentra un establo con restos de équidos. La técnica del calco ha permitido identificas un pesebre cuya estructura, probablemente construida en materiales perecederos, es ahora visible únicamente gracias al calco de yeso.
Del mismo modo, la identificación en la zona central del establo de un hueco causado por la desaparición de materia orgánica en el interior del estrato denominado "tuono", ha permitido la realización por primera vez de un calco en yeso de un équido. El animal se apoya en el suelo sobre su flanco izquierdo, mostrando hacia arriba el derecho. Los cuartos traseros aparecen alterados por las actividades de los expoliadores que realizaron excavaciones ilegales en la zona en tiempos recientes.
Los restos esqueléticos visibles del animal muestran una buena osificación, lo que cuadra con un individuo adulto. El futuro examen radiológico del esqueleto podrá restituir datos más precisos, e incluso aportar información sobre el estado de salud del animal.
La atribución a un especie concreta aún no ha sido posible. El análisis preliminar de su morfología, proporciones y altura de su grupa indican que probablemente se trata de un caballo (Equus caballus). El examen detallado de la impronta de su oreja izquierda, perfectamente visible en la capa volcánica, evidencia características dimensionales y morfológicas que se asemejan más al caballo que al mulo.
El animal muestra una altura hasta su lomo de unos 150 centímetros. Conviene tener presente que los caballos antiguos eran probablemente de un tamaño más reducido respecto a los actuales, por lo que el caballo de Civita Giuliana tenía unas dimensiones considerables para la época. Este dato podría reflejar la existencia de équidos altamente seleccionados en el área de Pompeya en torno a 79 d.C.
En la zona del cráneo se observan restos de arreos de hierro con pequeños elementos realizados en bronce. Estos elemento están probablemente relacionados con el gran valor y el uso que habría tenido el animal.
Se han recuperado en la zona más restos de équidos, aunque no ha sido posible realizar moldes porque en este caso el estrato volcánico había colapsado, probablemente debido a la presencia de muchos huecos correspondientes a otros tantos cadáveres de animales.
El caballo de Civita Giuliana debía formar parte de la "raza más noble" que recoge Columela en 'De Re Rustica', un indicador de la riqueza de su patronus, por sus imponentes dimensiones, probablemente fruto de una cuidada selección, y por sus arreos realizados en hierro y bronce. Este caballo habría sido un animal de representación que, a pesar de su alto valor simbólico, sufrió el mismo destino que muchos otros équidos presentes en numerosos establos del entorno de Pompeya y sus vías extra urbanas en el momento de la erupción de 79 d.C.
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