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lunes, 1 de julio de 2019

Todo lo que nos queda por descubrir de nuestros ancestros en Asia-Pacífico
by LB Paleorama - 0

Los cuatro dientes de Tongzi (China) que han sido reestudiados y podrían pertenecer a denisovanos. Foto: Song Xing et al.

Las investigaciones genéticas y de fósiles de homínidos en Asia están cambiando nuestra percepción sobre nuestro pasado evolutivo

El panorama que nos habíamos planteado durante mucho tiempo sobre la salida de África de nuestra especie y su encuentro con los neandertales ha saltado por los aires a golpe de arqueología y genética. Nuevos hallazgos, revisión de fósiles antiguos con el conocimiento actual, y cada vez más amplios estudios genéticos sobre poblaciones modernas dibujan un mosaico cada vez más complejo, con la presencia de incluso varios linajes de denisovanos, y nuevas especies como Homo luzonensis. Asia está resultando una caja de sorpresas para nuestra evolución. Aún queda mucho por saber, pero cada vez está más claro que las respuestas no van a ser sencillas.

Fecha de Publicación
10 de mayo de 2019
Fuentes de información digital utilizadas
SINCEuropa PressEuropa PressEfe FuturoSINC
Fuente de las imágenes
SINCSinc
Palabras clave:
prehistoria, evolución humana, genética, ADN, homininos, denisovanos, Homo luzonensis, Eurasia, Indonesia, gente
Bibliografía científica, publicación original NatureJournal of Human EvolutionCellNature Ecology & Evolution

  • Dentadura superior derecha de Homo luzonensis. Foto: Callao Cave Archaelogy Project
Mientras la llamada 'cuna de la humanidad' en África ha sido y es investigada con ahínco para tratar de determinar el origen de nuestra especie y de los homínidos que nos precedieron, los senderos de la evolución en el gran continente asiático han permanecido mucho más desconocidos. La identificación de los denisovanos a partir del ADN obtenido de los restos óseos de Cueva Denisova (Siberia) marcó una nueva línea, a la que se van sumando tanto nuevos hallazgos como nuevos estudios sobre viejos fósiles, además de estudios genéticos sobre poblaciones actuales que van enriqueciendo mucho nuestra visión sobre el asunto.

Sobre la posible expansión de los denisovanos a lo largo de Asia, leíamos hace poco la reciente atribución a esta especie de una mandíbula inferior recuperada en el Tíbet en 1980, datada en torno a 160.000 años de antigüedad. Los restos fueron hallados en una cueva de Xiahe, en la provincia china de Gansu. Sería el primer fósil de denisovano identificado fuera de cueva Denisova, y no solo eso, sino que además fue localizado a 3.280 metros de altitud. la investigación parece indicar que los denisovanos se habrían adaptado a entornos pobres en oxígeno mucho antes de la llegada de nuestra especie al 'techo del mundo' hace unos 40.000 años.

El estudio de la pieza ha sido complejo debido a su gran antigüedad. El equipo no ha logrado recuperar ADN viable, pero han podido analizar proteínas procedentes de un molar para establecer su especie. La datación de una dura capa de carbonato que estaba pegada a la mandíbula permitió atribuir una cronología fiable al fosil.

Otra evidencia arqueológica iluminada recientemente con una nueva luz son los restos de homínidos procedentes de la cueva de Yanhui, conocidos como los homínidos de Tongzi (sureste de China). Estos restos fueron recuperados entre 1972 y 1983, y fueron datados entre 240.000 y 172.000 años de antigüedad. María Martinón-Torres y José María Bermúdez de Castro, directora e investigador del CENIEH, participan en el estudio actual de cuatro dientes recuperados en la cueva de Yanhui, y que habían sido interpretados como Homo erectus o sapiens arcaico. El trabajo, liderado por Song Xing del Institute of Vertebrate Paleontology and Palaeoanthropology de Pekín (IVVP), indica que el patrón morfológico de estos dientes no se corresponde con el de Homo erectus clásico, abriendo la puerta a su adscripción a los denisovanos.

La revista Cell publicó la pasada primavera un estudio basado en una nueva recopilación de datos de genomas actuales pertenecientes a personas que viven en Indonesia y Nueva Guinea. El estudio se había centrado en identificar fragmentos de ADN antiguo transmitidos a humanos modernos actuales, y ha revelado datos bastante sorprendentes precisamente sobre los denisovanos. En la ascendencia de estos grupos humanos parecen estar presentes dos linajes denisovanos diferentes. Estos dos linajes son tan diferentes entre sí, que los investigadores llegan a plantear si sería más idóneo identificar a uno de ellos como una nueva especie de homínido hasta ahora desconocida.

Otro dato curioso de este estudio es que papúes y uno de los grupos de denisovanos tuvieron una relación especialmente estrecha, por lo que probablemente estos denisovanos llegaron a habitar las islas. Este dato cambia la imagen que teníamos de esta especie como asentada en el norte, en regiones más frías.

También se han realizado estudios similares pero en el área interior de Eurasia, como el publicado en Nature ecology & evolution para el que se analizaron los genomas de más de 700 individuos. Los datos obtenidos se combinaron además con información arqueológica, histórica y lingüística. Este vasto estudio, que incluye la revisión de genomas antiguos, ha permitido identificar tres agrupaciones genéticas distintas. Los distintos grupos se ubican geográficamente en bandas este-oeste, que se extienden a lo largo de la región y se correlacionan generalmente con zonas ecológicas diferenciadas. La zona más al norte o 'bosque-tundra', incluye a rusos, a todos los hablantes de lengua urálica (húngaro, finlandés y estonio), y de idioma yeniseo, de los cuales solo uno permanece hoy y se habla en Siberia central. La zona central o 'estepa-bosque' agrupa a poblaciones de habla turca y mongólica del Volga y de la región alrededor de las montañas de Altai y Sayan, cerca de donde se encuentran Rusia, China, Mongolia y Kazajstán. Y la zona más al sur o 'estepa sur' incluye el resto de las poblaciones de habla turca y mongólica que viven más al sur, como los kazajos, kirguisos y uzbekos, así como los tayikes de lengua indoeuropea.

Y en mitad de toda esta complejidad de datos genéticos y arqueológicos, desde Filipinas nos llegaba la noticia de la identificación de una posible nueva especie de homínido, Homo luzonensis, que también habría coincidido cronológicamente con nuestra especie. Sus restos fueron localizados en la cueva del Callao, en la isla de Luzón (Filipinas). Nature recogía el hallazgo, al que se atribuye una antigüedad de entre 50.000 y 67.000 años. Su mezcla de rasgos es lo que ha motivado que los restos sean clasificados como pertenecientes a una nueva especie. Según sus investigadores, los restos de la cueva del Callao muestran más afinidades con especies del género Homo, que con otros géneros de hominino como Australopithecus o Paranthropus. Sin embargo, la falange del pie investigada entre los restos revela una morfología más cercana a Australopithecus. También sus dientes presentan una combinación de rasgos arcaicos y modernos. Los restos estudiados para identificar a la especie pertenecen a al menos tres homínidos.

A la luz de todas estas investigaciones, no queda más que aceptar que la complejidad de la evolución humana se resiste a clasificaciones y simplificaciones. Además, lo que sucediese a ese respecto en el continente asiático, aún poco conocido, puede cambiar significativamente nuestra comprensión sobre la evolución e interacción entre las distintas especies de homininos. Lo que es seguro es que una respuesta simple no va a ser posible.

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