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miércoles, 20 de enero de 2016

Una masacre de hace 10.000 años nos muestra el origen de la guerra
by JMI Paleorama - 0


Los esqueletos hallados en Nataruk (Kenia) muestran signos de un posible ataque intergrupal en el pasado

Los restos del primer enfrentamiento documentado entre cazadores y recolectores han sido hallados cerca del lago Turkana, en un lugar llamado Naturuk, en Kenia. En aquella masacre que se vivió hace unos 10.000 años, murieron 27 individuos. Los huesos presentan signos de golpes, roturas y heridas de flecha. Los investigadores creen que es el caso de violencia organizada más antiguo que se ha registrado científicamente, un precursor de lo que hoy llamamos "guerra".

Fecha de Publicación
20 de enero de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
El MundoUniversity of CambridgeSINC
Fuente de las imágenes
El MundoUniversity of CambridgeSINC
Palabras clave:
kenia, paleolítico superior, traceología, paleoantropología guerra, masacre,
Bibliografía científica, publicación original
Nature
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A unos 30 kilómetros del lago Turkana, en un lugar de Kenia llamado Nataruk, yacían 27 individuos que fueron asesinados hace entre 9.500 y 10.500 años. Los ha desenterrado un equipo internacional de investigadores liderados por la argentina Marta Mirazón de la Universidad de Cambridge, que esta semana presentan en la revista Nature el informe forense de esta masacre de cazadores-recolectores, el caso de conflicto entre grupos rivales más antiguo descubierto hasta ahora.
Los orígenes de la guerra son controvertidos: ¿está en las raíces evolutivas de nuestra especie, o es una consecuencia de la noción de propiedad que surgió con el abandono de la vida nómada y el nacimiento de la agricultura?.
De los 27 cuerpos hallados, 21 eran adultos (ocho hombres, ocho mujeres y cinco que no han sido identificados). Doce de los esqueletos estaban prácticamente completos y algunos se encontraban boca abajo. Una de las mujeres estaba en avanzado estado de gestación, pues se han encontrado en su cavidad abdominal restos de huesos de un feto de entre seis y nueve meses. Fue hallada sentada, con las manos cruzadas entre las piernas, lo que sugiere que habría sido atada de pies y manos.
Los otros seis cadáveres pertenecían a niños, todos ellos menores de seis años con la excepción de un adolescente que, según el análisis de su dentadura, tendría entre 12 y 15 años. Los restos de los pequeños estaban cerca de cuatro mujeres y de otros dos adultos cuyo sexo se desconoce. No aparecieron restos de infantes cerca de hombres adultos.
En este estudio intervienen investigadores españoles como José Manuel Maíllo Fernández, profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED y coautor del estudio. Según el este lugar es la primera evidencia de violencia intergrupal entre los cazadores-recolectores, independientemente de la fecha, en este caso unos 10.000 años. Evidencias violentas hay con anterioridad, pero se refieren a individuos, no a dos grupos enfrentados. Es cierto que a lo largo del Holoceno, con fechas más modernas, hay pruebas de violencia intergrupal, también entre los Neolíticos (ya productores) y los cazadores-recolectores. En el caso de Nataruk, los dos grupos enfrentados son cazadores-recolectores. También explica como ninguno de los 27 individuos encontrados fue enterrado, sino que presumiblemente fueron abandonados en el lugar donde cayeron muertos.
En la Sima de los Huesos de Atapuerca (Burgos) se encontró el cráneo de un individuo que fue asesinado hace 430.000 años de antigüedad, y que constituye el crimen más antiguo que ha sido descubierto. Hace pocos meses, otro equipo halló los restos de una matanza de granjeros que tuvo lugar hace 7.000 años en el territorio que hoy es Alemania.
"Por las evidencias que hemos encontrado en el yacimiento de Nataruk y por las numerosas dataciones obtenidas podemos tener la certeza de que fue un evento único", explica Maíllo Fernández. Por su parte, Mirazón Lahr afirma que “Estas muertes en Nataruk dan testimonio de la antigüedad de la violencia entre grupos y los conflictos bélicos”.
Diez de los cadáveres presentan heridas graves que probablemente les produjeron la muerte de forma inmediata. Hay cinco casos (y uno dudoso) de traumas asociados a heridas provocadas por flechas y otros cinco con graves daños en la cabeza, posiblemente causados por un palo o garrote de madera. Los cadáveres también presentan fracturas en rodillas, manos y costillas así como heridas de flecha en el cuello.

Hipótesis: La lucha por los recursos
Los cuerpos, dispersos por una superficie de 200 por 150 metros, fueron encontrados en 2012, y junto a ellos se localizaron también tres de los artefactos que fueron usados como armas, probablemente restos de flechas o puntas de lanzas. Dos de ellas están fabricadas con obsidiana, una roca volcánica fácil de afilar que es bastante rara en esa zona del oeste de Turkana, por lo que los investigadores creen que los dos grupos que se enfrentaron en esa batalla procedían de distintos lugares.
"Además de los restos humanos, hemos encontrado restos de industria lítica, de sus herramientas, entre ellas, algunas empleadas como puntas de flecha, como la encontrada en uno de los cráneos o las dos que se hallaron en la cavidad torácica de otro individuo. Además, como la zona era un área lacustre también encontramos restos de la fauna típica de este tipo de ambientes como diversas especies de peces, moluscos o gasterópodos", detalla Maíllo.
Al estar junto a un lago, el lugar donde se produjo la masacre debía ser un sitio ideal para obtener recursos pesqueros y agua potable, y debido a que era una zona fértil, quizás era codiciada por otros grupos. Por ello, según sugiere Marta Mirazón, la causa del enfrentamiento pudo ser "un intento de apoderarse de los recursos (el territorio, las mujeres, los niños o comida almacenada en vasijas), cuyo valor sería similar al de aquellas sociedades agrícolas posteriores entre las cuales los ataques violentos en los asentamientos eran frecuentes. No obstante, los autores admiten que nunca podrán averiguar la causa por la que estas personas fueron asesinadas de forma tan violenta.
Los cuerpos no fueron enterrados, incluso algunos se cayeron al lago que muchos años después se secó. Según explica el investigador español, Nataruk sufre un proceso geológico que causó que los individuos asesinados fueron cubiertos por sedimentos de manera natural. En la actualidad, el viento está erosionando ese sedimento y poniendo al descubierto los restos humanos. Por ello, no descartan que puedan haber más cadáveres en la zona, pues sólo pudieron intervenir en aquellos cuerpos que estaban visibles: "Cabe la posibilidad de que haya algún cuerpo aún bajo el sedimento o de que algún cuerpo se haya erosionado y desaparecido antes de nuestro descubrimiento", apunta Maíllo.
La segunda posibilidad es que este fuera un comportamiento natural y habitual cuando dos grupos diferentes se encontraban, algo parecido a lo que pasa hoy con los cazadores y recolectores. En cualquiera de los dos casos, las pruebas de esta masacre acaecida hace 10.000 años suponen una prueba de que la guerra y la violencia entre distintos grupos ha estado presente en las sociedades humanas desde la antigüedad. Robert Foley, también coautor de la investigación, no tiene dudas de que tanto la agresividad y la capacidad de matar como la de amar y ser cariñoso están en nuestra biología: "Gran parte de lo que sabemos sobre la biología evolutiva de los humanos sugiere que son dos caras de la misma moneda", asegura.

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