<!—SUBTÍTULO -->En la cueva de Qesem se han encontrado restos de caparazón y huesos con marcas de corte, fracturación y cremación
El CENIEH lidera un estudio publicado en la revista Quaternary Science Reviews sobre el descubrimiento de marcas de procesamiento humano sobre restos de caparazón y huesos de tortuga en el yacimiento israelí de la Cueva de Qesem (Israel). Hace 400.000 años, las tortugas eran asadas en su propio caparazón, directamente sobre las brasas, y luego fracturas y descarnadas con herramientas de sílex. La reconstrucción de la dieta aporta nuevos enfoques metodológicos y técnicas de análisis que dan lugar a un marco teórico para la comprensión de cómo los grupos humanos utilizaban y se adaptaban a su entorno local.
Fecha de publicación de la fuente utilizada
1 de febrero de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
CENIEH, Haaretz, Heritage Daily
Fuente de las imágenes
CENIEH, Haaretz
Palabras clave:
Qesem, Israel, Pleistoceno Medio, dieta, paleobiología, arqueozoología, traceología, tafonomía
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¿Cómo comía la gente de la Cueva de Qesem hace 400 mil años? Análisis de los patrones de desgaste dentales, Los neandertales de Sima de las Palomas (Murcia) comían tortuga y caballo Bibliografía científica, publicación original Quaternary Science Reviews
La reconstrucción de la dieta puede ofrecer una perspectiva mejorada de las capacidades humanas de adaptación al medio ambiente. Nuevos enfoques metodológicos y técnicas de análisis han dado lugar a un marco teórico para la comprensión de cómo los grupos humanos utilizaban y se adaptaban a su entorno local. Los restos de fauna proporcionan una importante fuente potencial de información dietética y permiten el estudio de la variación del comportamiento y su significado evolutivo.
El interés está en saber cómo los homínidos cubrían sus necesidades en momentos sin una gran disponibilidad de presas con animales pequeños y que papel jugaban en la captación de recursos en las sociedades del pre-Paleolítico Superior. Parte de este trabajo se ha centrado en las tortugas, ya que representan una combinación importante de recursos comestibles y no comestibles que son fáciles de recoger en los casos que se pueden encontrar disponibles. La explotación de estos animales ocupa un lugar destacado en los modelos de elección de presa debido a los bajos costes de manejo.
El estudio liderado por la Dra. Ruth Blasco del CENIEH y publicado en Quaternary Science Reviews presenta nuevos datos tafonómicos de dos conjuntos de tortugas halladas en un nivel inferior del Pleistoceno Medio en la cueva de Qesem, Israel (420-300 ka). El objetivo es evaluar los factores socioeconómicos que pueden haber llevado a la inclusión de este tipo de recursos en las dietas humanas. Se demuestra que el aprovechamiento de la tortuga por parte de los homínidos de la cueva de Qesem no fue inusual, demostrable a través de evidencias como marcas de corte, marcas de percusión y patrones visibles de quema, que sugieres unas secuencias de procesamiento establecido, incluida la cocina en la cáscara, descarnamiento y percusión directa para acceder al contenido visceral.
Estas cuestiones hacen posible no sólo evaluar el papel potencial de las tortugas como presa, sino también evaluar el comportamiento de aprovechamiento en el entorno y las estrategias eco-sociales en el Acheulo-Yabrudian Cultural Complex (AYCC) en el Levante sur mediterráneo.
El equipo de investigación, del que forman parte los directores del proyecto de excavación de Qesem, Ran Barkai y Avi Gopher, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv (TAU), encontró fragmentos de caparazón y huesos de las extremidades de tortuga con marcas de corte, fracturación intencional y signos de cremación en varios niveles de la secuencia estratigráfica, lo que indica que estos reptiles no fueron consumidos una sola vez, sino que su explotación se produjo en más de un episodio durante los 200.000 años de formación sedimentaria del yacimiento.
Las marcas de carnicería y especialmente los patrones de cremación diferencial en el caparazón apuntan a que la mayoría de las tortugas fueron asadas dentro de su propio caparazón, directamente sobre las brasas, para después ser fracturadas y descarnadas con la ayuda de herramientas de sílex. “Este descubrimiento añade una nueva dimensión al conocimiento del comportamiento de los grupos humanos del Levante, con los patrones de cocina como un aspecto cultural mucho más arraigado de lo que conocíamos hasta la actualidad”, comenta Ruth Blasco.
Gran espectro de recursos
Además este descubrimiento representa una prueba directa del amplio espectro de recursos que los grupos humanos del Oriente Próximo utilizaban en el Pleistoceno Medio, a la vez que denota la elevada capacidad de estos homínidos para adaptarse al medio y a las posibilidades que les ofrecía.
Los habitantes de Qesem cazaban sobre todo ungulados, como gamos, ciervos, caballos y grandes bóvidos, los cuales concentrarían la parte principal de su menú diario. No obstante, también se incluían puntualmente algunos pequeños animales como alimento complementario en sus dietas, hecho de suma importancia, ya que hasta hace poco los humanos anatómicamente modernos parecían ser los únicos en haber ampliado su dieta con animales de talla muy pequeña, como conejos, tortugas o pájaros, además de vegetales.
En este sentido, el profesor Barkai explica que a partir de los análisis de cálculos dentales en algunos restos humanos encontrados en el yacimiento, “sabíamos que los habitantes de Qesem también consumían vegetales, y ahora podemos decir que también comían tortugas, las cuales fueron recogidas, procesadas y asadas, a pesar de que no proporcionan tantas calorías como otros animales de mayor tamaño, como por ejemplo el gamo”.
“Ahora estamos examinando los huesos de aves recuperados recientemente en este yacimiento en busca de evidencias tafonómicas que indiquen qué agente o proceso los ha depositado en la cueva”, concluye Blasco.
El interés está en saber cómo los homínidos cubrían sus necesidades en momentos sin una gran disponibilidad de presas con animales pequeños y que papel jugaban en la captación de recursos en las sociedades del pre-Paleolítico Superior. Parte de este trabajo se ha centrado en las tortugas, ya que representan una combinación importante de recursos comestibles y no comestibles que son fáciles de recoger en los casos que se pueden encontrar disponibles. La explotación de estos animales ocupa un lugar destacado en los modelos de elección de presa debido a los bajos costes de manejo.
El estudio liderado por la Dra. Ruth Blasco del CENIEH y publicado en Quaternary Science Reviews presenta nuevos datos tafonómicos de dos conjuntos de tortugas halladas en un nivel inferior del Pleistoceno Medio en la cueva de Qesem, Israel (420-300 ka). El objetivo es evaluar los factores socioeconómicos que pueden haber llevado a la inclusión de este tipo de recursos en las dietas humanas. Se demuestra que el aprovechamiento de la tortuga por parte de los homínidos de la cueva de Qesem no fue inusual, demostrable a través de evidencias como marcas de corte, marcas de percusión y patrones visibles de quema, que sugieres unas secuencias de procesamiento establecido, incluida la cocina en la cáscara, descarnamiento y percusión directa para acceder al contenido visceral.
Estas cuestiones hacen posible no sólo evaluar el papel potencial de las tortugas como presa, sino también evaluar el comportamiento de aprovechamiento en el entorno y las estrategias eco-sociales en el Acheulo-Yabrudian Cultural Complex (AYCC) en el Levante sur mediterráneo.
El equipo de investigación, del que forman parte los directores del proyecto de excavación de Qesem, Ran Barkai y Avi Gopher, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv (TAU), encontró fragmentos de caparazón y huesos de las extremidades de tortuga con marcas de corte, fracturación intencional y signos de cremación en varios niveles de la secuencia estratigráfica, lo que indica que estos reptiles no fueron consumidos una sola vez, sino que su explotación se produjo en más de un episodio durante los 200.000 años de formación sedimentaria del yacimiento.
Las marcas de carnicería y especialmente los patrones de cremación diferencial en el caparazón apuntan a que la mayoría de las tortugas fueron asadas dentro de su propio caparazón, directamente sobre las brasas, para después ser fracturadas y descarnadas con la ayuda de herramientas de sílex. “Este descubrimiento añade una nueva dimensión al conocimiento del comportamiento de los grupos humanos del Levante, con los patrones de cocina como un aspecto cultural mucho más arraigado de lo que conocíamos hasta la actualidad”, comenta Ruth Blasco.
Gran espectro de recursos
Además este descubrimiento representa una prueba directa del amplio espectro de recursos que los grupos humanos del Oriente Próximo utilizaban en el Pleistoceno Medio, a la vez que denota la elevada capacidad de estos homínidos para adaptarse al medio y a las posibilidades que les ofrecía.
Los habitantes de Qesem cazaban sobre todo ungulados, como gamos, ciervos, caballos y grandes bóvidos, los cuales concentrarían la parte principal de su menú diario. No obstante, también se incluían puntualmente algunos pequeños animales como alimento complementario en sus dietas, hecho de suma importancia, ya que hasta hace poco los humanos anatómicamente modernos parecían ser los únicos en haber ampliado su dieta con animales de talla muy pequeña, como conejos, tortugas o pájaros, además de vegetales.
En este sentido, el profesor Barkai explica que a partir de los análisis de cálculos dentales en algunos restos humanos encontrados en el yacimiento, “sabíamos que los habitantes de Qesem también consumían vegetales, y ahora podemos decir que también comían tortugas, las cuales fueron recogidas, procesadas y asadas, a pesar de que no proporcionan tantas calorías como otros animales de mayor tamaño, como por ejemplo el gamo”.
“Ahora estamos examinando los huesos de aves recuperados recientemente en este yacimiento en busca de evidencias tafonómicas que indiquen qué agente o proceso los ha depositado en la cueva”, concluye Blasco.
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