Los restos de la mujer estaban acompañados de un profuso ajuar funerario, incluyendo prendedores de hueso con formas de animales
El espectacular hallazgo de un lujoso enterramiento femenino de unos 4.500 años de antigüedad perteneciente a la cultura Caral (Perú), una de las más antiguas civilizaciones americanas, ha sido recientemente presentado por la conocida arqueóloga peruana Ruth Shady. El cuerpo de la mujer, de unos 40 años, estaba acompañado de un ajuar funerario que denota su alto estatus social, y nos ayuda a comprender mejor la organización y funcionamiento de esta antigua sociedad.
Fecha de Publicación
21 de abril de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
Andina, Archaeology
Fuente de las imágenes
Andina
Palabras clave:
Áspero, Perú, civilización Caral, enterramiento femenino, élite, 2.500 a.C.
El hallazgo de los restos de una mujer de alta sociedad, enterrada hace más de 4,500 años en el sitio arqueológico de Áspero, la ciudad pesquera de la civilización Caral, ha sido recientemente anunciado por la conocida arqueóloga Ruth Shady y su equipo de investigadores. La directora de la Zona Arqueológica Caral ha destacado las implicaciones de este descubrimiento para conocer mejor el funcionamiento de la organización social más antigua de América. Shady ha detallado que se trata de un enterramiento humano recuperado en la Huaca de los Ídolos de Áspero. “Los investigadores analizaron los restos óseos y concluyeron que se trata de una mujer de aproximadamente 40 años. El lugar en que fue colocada y la forma de enterramiento demuestran el alto estatus social que alcanzó este personaje hace 4,500 años”, sostiene. “Estos hallazgos revelan el reconocimiento a la equidad de género, lo que permitía que tanto mujeres como hombres podían ocupar roles de liderazgo y estatus social elevado desde hace más de 1,000 años”, afirma Shady. Explicó que como parte del ajuar funerario fueron colocados objetos muy apreciados por la sociedad de Áspero, como un mate conteniendo fragmentos y semillas de vegetales, un collar con cuentas de molusco, un dije hecho de Spondylus y cuatro “tupus” o prendedores elaborados en hueso y con diseños de aves y monos. La investigadora aseveró que la música también fue parte fundamental de la vida cotidiana y de la religiosidad en la sociedad de Áspero, como lo demuestra el hallazgo de ocho flautas traversas elaboradas con huesos de animales, depositadas como ofrendas en un recinto ceremonial de ese sitio arqueológico, ubicado en territorio del distrito de Supe Puerto, provincia de Barranca, al norte de la ciudad de Lima. Anotó que esta red se extendió a lugares más lejanos en la sierra y la selva de Perú y hacia la costa de Ecuador. Prueba de ello son los diseños y materiales con los cuales confeccionaron los objetos encontrados tanto en el valle de Supe como en el litoral. Especial relación con el mundo marino La investigadora resaltó que los hallazgos de Áspero muestran también que la relación de los antiguos peruanos con el mar era armoniosa y ello permitió una actividad pesquera sostenible, con un aprovechamiento racional de los recursos hidrobiológicos y con una visión transversal del territorio que les permitió agenciarse de las materias para su desarrollo cultural y comercial, con el cual tuvieron una presencia de más de 1,000 años. A ello se suma el conocimiento avanzado que alcanzaron los moradores de Áspero en la elaboración de aparejos de pesca, como las redes y anzuelos que no dejan de sorprender en la actualidad y que constituyen una herencia cultural importante para la población de Supe dedicada hoy en día a esta actividad económica. Investigando y valorizando Caral Shady afirmó que como parte de los objetivos del Plan Maestro de la Ciudad Sagrada de Caral, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1999, se realiza la investigación en once sitios arqueológicos y se ha puesto en valor hasta el momento tres centros urbanos que se encuentran muy cerca del litoral. Uno de ellos es el centro denominado Piedra Parada, localizado en la margen izquierda del valle bajo del río Supe. Sus edificaciones fueron distribuidas en una extensión de 37.54 hectáreas durante el Período Formativo Temprano, en una época posterior a Caral y Áspero, entre los años 1,850 y 1,550 antes de Cristo. En un recinto de uno de los principales edificios se encontró un friso de serpientes bicéfalas, que recuerdan al diseño encontrado en el Edificio Piramidal Mayor de la Ciudad Sagrada de Caral y que fue un ícono muy característico de la cultura Lima, que surgió 3,000 años después de Caral. El segundo centro es El Molino, que se encuentra en la margen derecha del valle bajo de Supe, donde quedan restos de lo que fue el espacio de convergencia o plaza central, dos edificios piramidales y un área con arquitectura menor. Los principales edificios se caracterizan por sus plataformas escalonadas, salones ceremoniales con banquetas y fogones. La evidencia obtenida sugiere su desarrollo durante el período Formativo Temprano. Era de Pando es el tercer centro urbano que se ha puesto en valor y se ubica también en la margen derecha del río Supe. Empezó a ganar preeminencia al finalizar el período Formativo Inicial, hacia el año 2,200 antes de Cristo. Está conformado por 48 edificios, ocho de ellos de forma piramidal, distribuidos sobre 50 hectáreas, entre las partes alta y baja del valle. Shady manifestó que las investigaciones en los otros sitios arqueológicos continúan y seguramente depararán nuevas sorpresas positivas y que marcarán nuevos hitos en el conocimiento de la compleja organización social de la civilización más antigua de América. La presentación de estos hallazgos científicos se realizó en el marco del undécimo aniversario del inicio de la puesta en valor de Áspero, cuyas fechas centrales se celebrarán los días 29 y 30 de abril en el citado sitio arqueológico, ubicado en el distrito de Supe Puerto, provincia de Barranca. Shady adelantó que la Zona Arqueológica Caral, que ella dirige, ha preparado un programa especial para tan importante efemérides que incluye la participación de la población de Supe, dado que la labor profesional no solo se circunscribe a la investigación científica, sino que tiene un importante componente social y educativo porque contribuye al mejor conocimiento de la extraordinaria herencia cultural y al fortalecimiento de la identidad local y nacional.
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