Este yacimiento Chatelperroniense es el único al aire libre de la Península Ibérica
En los apenas 7 metros cuadrados excavados en el yacimiento de Aranbaltza (Barrika, Bizkaia) se han hallado 1400 piezas, incluyendo útiles retocados, núcleos y desechos de fabricación, a los que habrá que sumar varios centenares de lascas y fragmentos de pequeño tamaño recuperados en el cribado de los sedimentos excavados y otros 200 restos de las campañas de 2013 y 2014. Estos hallazgos junto con los realizados en campañas anteriores revelan una intensa actividad humana hace unos 40.000 años en el entorno de Aranbaltza, el único yacimiento Chatelperroniense al aire libre de la Península Ibérica. El Chatelperroniense es un complejo cultural especialmente interesante porque sus autores fueron los últimos neandertales de Europa Occidental.
Fecha de Publicación
24 de agosto de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
CENIEH, DICyT, Arkeobasque
Fuente de las imágenes
CENIEH, Arkeobasque
Palabras clave:
Prehistoria, Paleolítico, Chatelperroniense, neandertales, Aranbaltza, Barrika, Bizkaia, moda,
Bibliografía científica, publicación original
Quaternary International
La IV Campaña de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Aranbaltza (Barrika, Vizcaya) que dirige Joseba Rios, arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha permitido recuperar abundantes herramientas de piedra y restos de su fabricación, correspondientes a sucesivas ocupaciones que se produjeron al aire libre durante época Chatelperroniense, hace más de 30.000 años.
Durante la Campaña de este año, financiada por la Diputación Foral de Bizkaia y el Municipio de Barrika, se han hallado 1400 piezas en apenas siete metros cuadrados, incluyendo útiles retocados, núcleos y desechos de fabricación, a los que habrá que sumar varios centenares de lascas y fragmentos de pequeño tamaño recuperados en el cribado de los sedimentos excavados y otros 200 restos de las campañas de 2013 y 2014.
Estos hallazgos, junto con los realizados en campañas anteriores, revelan una intensa actividad humana hace unos 40.000 años en el entorno de Aranbaltza, el único yacimiento Chatelperroniense al aire libre de la Península Ibérica, y uno de los más ricos en materiales líticos después del yacimiento cántabro de Cueva Morín. “Además del Chatelperroniense en Aranbaltza hay otros niveles con evidencias de ocupaciones más antiguas, desde hace al menos 100.000 años”, añade Joseba Rios.
Según Joseba Ríos, "en las tres primeras campañas, además de retazos de las ocupaciones chatelperronienses, se han documentado una serie de niveles de inicio del Pleistoceno Superior y tal vez de final del Medio, con ocupaciones del Paleolítico Medio que parecen corresponderse con un hábitat estructurado al aire libre. Además hemos identificado restos pertenecientes a ocupaciones de los últimos cazadores recolectores, en el transito Pleistoceno-Holoceno, y restos de un campamento de época Calcolítica".
Los últimos neandertales
El estudio de este conjunto arqueológico va a permitir evaluar la función de la ocupación y las estrategias de producción y distribución del utillaje lítico durante el Chatelperroniense, que es un complejo cultural especialmente interesante porque sus autores fueron los últimos neandertales de Europa Occidental. “Su análisis nos permitirá ahondar en los diversos procesos que abocaron a su extinción”, explica Joseba Rios.
Se trata de un periodo muy pobremente representado en la Península Ibérica, ya que hasta ahora sólo se ha identificado con seguridad en tres yacimientos en cueva de la Región Cantábrica, dos de ellos en el País Vasco. “El hecho de que se trate de un yacimiento al aire libre semejante a otros que se localizan en torno a Bayona o Bergerac, en Francia, sugiere que en este momento la vida fuera de las cuevas debió cobrar especial importancia”, afirma Joseba Rios.
Durante la Campaña de este año, financiada por la Diputación Foral de Bizkaia y el Municipio de Barrika, se han hallado 1400 piezas en apenas siete metros cuadrados, incluyendo útiles retocados, núcleos y desechos de fabricación, a los que habrá que sumar varios centenares de lascas y fragmentos de pequeño tamaño recuperados en el cribado de los sedimentos excavados y otros 200 restos de las campañas de 2013 y 2014.
Estos hallazgos, junto con los realizados en campañas anteriores, revelan una intensa actividad humana hace unos 40.000 años en el entorno de Aranbaltza, el único yacimiento Chatelperroniense al aire libre de la Península Ibérica, y uno de los más ricos en materiales líticos después del yacimiento cántabro de Cueva Morín. “Además del Chatelperroniense en Aranbaltza hay otros niveles con evidencias de ocupaciones más antiguas, desde hace al menos 100.000 años”, añade Joseba Rios.
Según Joseba Ríos, "en las tres primeras campañas, además de retazos de las ocupaciones chatelperronienses, se han documentado una serie de niveles de inicio del Pleistoceno Superior y tal vez de final del Medio, con ocupaciones del Paleolítico Medio que parecen corresponderse con un hábitat estructurado al aire libre. Además hemos identificado restos pertenecientes a ocupaciones de los últimos cazadores recolectores, en el transito Pleistoceno-Holoceno, y restos de un campamento de época Calcolítica".
Los últimos neandertales
El estudio de este conjunto arqueológico va a permitir evaluar la función de la ocupación y las estrategias de producción y distribución del utillaje lítico durante el Chatelperroniense, que es un complejo cultural especialmente interesante porque sus autores fueron los últimos neandertales de Europa Occidental. “Su análisis nos permitirá ahondar en los diversos procesos que abocaron a su extinción”, explica Joseba Rios.
Se trata de un periodo muy pobremente representado en la Península Ibérica, ya que hasta ahora sólo se ha identificado con seguridad en tres yacimientos en cueva de la Región Cantábrica, dos de ellos en el País Vasco. “El hecho de que se trate de un yacimiento al aire libre semejante a otros que se localizan en torno a Bayona o Bergerac, en Francia, sugiere que en este momento la vida fuera de las cuevas debió cobrar especial importancia”, afirma Joseba Rios.
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