Un estudio revela cómo la irrigación cerebral fue determinante en el desarrollo de la inteligencia humana
Toda la vida midiendo la capacidad craneal de los homínidos, y resulta que el desarrollo cerebral está en realidad ligado al riego sanguíneo. El aumento de la necesidad de energía de nuestra materia gris habría motivado el aumento de la necesidad de abastecimiento sanguíneo, por lo que un estudio recién publicado se ha centrado en la medición de los orificios de entrada de arterias en la base cerebral para estudiar la evolución de la inteligencia en los diferentes homínidos fósiles. A mayor diámetro de los orificios, mayor inteligencia. ¡¡Hay que alimentar esos cerebros!!
Fecha de Publicación
4 de octubre de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
NCYT
Fuente de las imágenes
Royal Society Open Science
Palabras clave:
prehistoria, evolución humana, capacidad cerebral, salud
Bibliografía científica, publicación original
Royal Society Open Science
Una nueva investigación aporta evidencias para derribar la teoría de que la evolución de la inteligencia humana estuvo relacionada simple y llanamente con el tamaño del cerebro. Los resultados del nuevo estudio indican que dicha evolución en realidad estuvo más vinculada al suministro de sangre hacia ese órgano.
El equipo internacional de Roger Seymour, profesor emérito en la Universidad de Adelaida en Australia, ha mostrado que el cerebro humano evolucionó no solo hacia un tamaño más grande sino también, y especialmente, hacia un consumo energético mucho mayor y por ende hacia una necesidad muy superior de sangre. Dicha necesidad de sangré aumentó mucho más de lo que se creía previamente.
El equipo de investigación calculó cómo cambió con el paso del tiempo el flujo de sangre hacia el cerebro de los antepasados humanos, valiéndose para ello del tamaño de dos orificios naturales en la base del cráneo que permiten el paso a las arterias hacia él. Lo encontrado permitió a los investigadores hacer un seguimiento del incremento de la inteligencia humana a través del tiempo evolutivo.
El tamaño cerebral se ha incrementado en un 350 por ciento a lo largo de la evolución humana, pero el equipo de Seymour halló que el flujo hacia el cerebro lo hizo en un asombroso 600 por ciento. Los autores del estudio creen que esto está posiblemente relacionado con la necesidad del cerebro de satisfacer las conexiones cada vez más energéticas entre las células nerviosas que permitieron la aparición del pensamiento complejo y la capacidad de aprendizaje.
Para permitir que nuestro cerebro sea tan inteligente, debe ser alimentado constantemente con oxígeno y nutrientes a través de la sangre.
Cuanto más activo metabólicamente es el cerebro, más sangre necesita, así que las arterias que la suministran son mayores. Los orificios en los cráneos fósiles parecen ser, por tanto, una medida fiable del tamaño arterial.
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