Dos bacterias han sido identificadas y secuenciadas entre los restos de una mujer fallecida hace 800 años en Troya
Poca información nos proporciona el registro arqueológico acerca de la maternidad y sus riesgos asociados en las sociedades pasadas, pero un sorprendente hallazgo realizado en un enterramiento de época bizantina en la ciudad de Troya nos ofrece una dramática instantánea al respecto. La identificación de dos nódulos calcificados entre los restos óseos de una mujer de unos 30 años ha permitido hallar en su interior el ADN preservado de dos bacterias que resultaron mortales, Staphylococcus saprophyticus y Gardnerella vaginalis, relacionadas con una infección de la placenta, el líquido amniótico y las membranas que rodean al feto. La gran cantidad de calcio que fluía por su cuerpo hacia su feto en gestación, formó los nódulos que preservaron el ADN bacteriano. Es la primera vez que se documenta arqueológicamente un caso de sepsis materna.
Fecha de Publicación
10 de enero de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
La Información, Journal Sentinel, University of Wisconsin
Fuente de las imágenes
University of Wisconsin
Palabras clave:
medieval, imperio bizantino, Troya, Turquía, sepsis materna, bacteria, genoma, Staphylococcus saprophyticus, Gardnerella vaginalis, salud
Bibliografía científica, publicación original
eLife
La excavación de un enterramiento femenino de época bizantina en la ciudad de Troya (actual Turquía) ha revelado las evidencias de dos bacterias antiguas en un estupendo grado de conservación, hasta el punto de permitir su secuenciación. Las bacterias, identificadas como Staphylococcus saprophyticus y Gardnerella vaginalis, parecen directamente relacionadas con una infección durante el embarazo que habría causado la muerte de la mujer.
El hallazgo se produjo al excavar una tumba femenina de unos 800 años de antigüedad, aunque en aquel momento no fue posible valorar su alcance real. Al excavar los restos de la mujer, de unos 30 años, se recogieron dos nódulos calcificados del tamaño de una fresa, que se encontraban a la altura de la parte baja del pecho, justo debajo de las costillas.
Los primeros análisis permitieron descartar que se tratase de tuberculosis, o de piedras en el riñón, dos dolencias muy comunes que podrían haber generado este tipo de nódulos.
Un análisis más profundo llevó a los investigadores a comprobar que los nódulos atesoraban mineralizados en su interior los genomas de las bacterias que causaron la infección y muerte de la mujer. Al estar embarazada en el momento de producirse la infección, una gran cantidad de calcio fluía por su cuerpo hasta el feto, y el ADN de las bacterias quedó calcificado en los nódulos, encapsulado en microscópicos compartimentos.
Muy sorprendidos por el hallazgo de la huella genética de las bacterias, los investigadores comprobaron que había material genético suficiente para proceder a su secuenciación, por lo que han podido reconstruir por completo los genomas de dos especies de bacterias, la Staphylococcus saprophyticus y la Gardnerella vaginalis.
Mientras que la Gardnerella vaginalis de la muestra es idéntica a la bacteria actual, la Staphylococcus saprophyticus que infectó a la mujer hace 800 años está más cercanamente relacionada con las cepas identificadas en el ganado, lo que quizá no sea muy sorprendente, ya que los ganaderos de la época solían vivir en proximidad de sus animales.
El hallazgo ofrece un retrato molecular de las infecciones causadas por ambas bacterias y también muestra una visión de algunos de los problemas de salud frecuentes durante la última etapa del Imperio Bizantino, alrededor del siglo XIII, así como la evolución del 'Staphylococcus saprophyticus'.
Tras identificar ADN cromosómico que quizá pertenecían a un feto masculino, el equipo llegó a la conclusión de que probablemente la mujer falleció por una corioamnionitis, una infección de la placenta, el líquido amniótico y las membranas que rodean al feto.
La identificación de estas bacterias nos proporciona datos directos de las posibles causas de muerte en esa región durante el embarazo o el momento del parto. "No se había constatado en ningún lugar restos fósiles de un caso de sepsis materna", según Hendrik Poinar, investigador de la Universidad McMaster que ha colaborado en este trabajo.
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