Varios yacimientos se complementan para dibujar la evolución de la zona a lo largo del Paleolítico
El entorno de Mula (Murcia) está resultando, a la vista de las últimas investigaciones, un lugar privilegiado para conocer las formas de ocupación del territorio y la evolución de los grupos de cazadores-recolectores durante todo el Paleolítico medio y superior en el sureste peninsular. El estudio conjunto de tres abrigos del municipio y la interpretación integrada de sus estratigrafías arqueológicas está proporcionando por primera vez una visión muy completa de un periodo arqueológico tan extenso. Además, afortunadamente, las frecuentes crecidas de los cauces cercanos ayudaron a sepultar los restos arqueológicos, por lo que su estado de conservación es muy bueno.
Fecha de Publicación
19 de junio de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
La Verdad
Fuente de las imágenes
La Verdad
Palabras clave:
prehistoria, paleolítico medio, paleolítico superior, Cueva Antón, Finca de Doña Martina, La Boja, Mula, Murcia, España, vivienda
Bibliografía científica, publicación original
El entorno de la población de Mula, en Murcia, resulta un lugar privilegiado para conocer la evolución durante el Paleolítico en el sureste peninsular. La estratigrafía combinada de varios yacimientos arqueológicos situados en sus cercanías permite obtener una secuencia muy completa de este periodo de nuestro pasado.
Fue en 2005 cuando João Zilhão, investigador del ICREA (Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados) inició las excavaciones en Cueva Antón. Varias campañas de excavación arqueológica dieron a conocer su gran importancia como hábitat de ocupación neandertal. Posteriormente se iniciarían las investigaciones en los abrigos de Finca de Doña Martina y La Boja, situados en Rambla Perea.
Las investigaciones de Zilhão en Murcia se han convertido ya en referente por su enfoque innovador y por los importantes datos obtenidos acerca de los grupos que habitaron este área durante el Pleistoceno.
Durante el intervalo de tiempo que abarca el registro arqueológico de estos tres yacimientos, se produjeron grandes transformaciones en el clima, en la geología y en el ámbito evolutivo, a nivel global. La información arqueológica obtenida pone de manifiesto el modo en que diferentes sociedades de cazadores-recolectores desarrollaron sus estrategias de supervivencia. Hasta hace unos 75.000 años lo hacían en un medio semejante al actual, aunque sin contar con el impacto de la agricultura, y posteriormente en un contexto más frío y seco propiciado por el último periodo glaciar, que finalizó hace unos 11.500 años.
El análisis en conjunto de las estratigrafías de Cueva Antón, Finca de Doña Martina y La Boja pone a nuestra disposición una secuencia completa del Paleolítico medio y superior en la zona, lo que supone una novedad excepcional. Por primera vez se conoce de manera tan detallada una secuencia diacrónica de un marco cronológico tan amplio para una zona concreta.
Hace entre 40.000 y 35.000 años se produjo un cambio importante en la cultura material, directamente relacionado con la desaparición de los grupos neandertales. Con una historia evolutiva que se remonta a hace medio millón de años, este proceso de desaparición resulta a los investigadores muy repentino y enigmático, por lo que ha motivado abundantes trabajos de investigación.
Josefina Zapata, profesora de Antropología de la UMU, subraya que los enclaves arqueológicos del entorno de Mula "aportan un gran conocimiento sobre ambas poblaciones, la de los neandertales y la de los [humanos] modernos", y por tanto sobre ese momento crucial de la evolución.
Hay dos mecanismos clave que han facilitado la buena conservación de los restos arqueológicos. Por un lado, las abruptas avenidas de agua de ramblas y cauces favorecieron la deposición de arenas en los abrigos que cubrieron los restos de las ocupaciones. Y por otro, estas ocupaciones eran breves y de pocos individuos, por lo que sus desechos no sufrían las importantes alteraciones que se producirían en un espacio restringido habitado de continuo.
A través de los vestigios se ha estimado que estos grupos poblacionales estarían compuestos por unas 10 a 15 personas, que buscaban lugares adecuados para estancias cortas, por lo que habitaban el territorio en movimiento casi constante.
Ignacio Martín Lerma, de la UMU, destaca que "las hogueras encontradas están aportando gran cantidad de información, ya que en otros yacimientos están alteradas y erosionadas, mientras que aquí se encuentran en muy buen estado de conservación. Datando los carbones que se encuentran en el interior de estas estructuras de combustión sabemos en qué momento cronológico nos encontramos y, por ejemplo, en el abrigo de la Boja hay más de 40 fechas radiocarbónicas".
La vista está ahora puesta en el yacimiento de la Cueva del Arco, en el Cañón de los Almadenes (Cieza, Murcia). Este yacimiento alberga pinturas rupestres Magdalenienses y Solutrenses, un hogar datado en 30.500 años de antigüedad y herramientas neandertales, y posee una gran potencia estratigráfica, por lo que la próxima campaña de excavación, programada para septiembre, puede deparar sorpresas.
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