¿Realmente neandertales y humanos modernos tenían distintas actitudes hacia esta cuestión?
En ocasiones, las publicaciones científicas nos regalan casi al mismo tiempo con titulares excluyentes o prácticamente opuestos. Recientemente Science ha recogido dos estudios de ADN, uno centrado en una mujer neandertal procedente de Croacia,y otro el cuatro individuos de Homo sapiens sapiens inhumados en Shungir (Rusia). En el caso de los individuos de Shungir el estudio plantea la existencia hace 34.000 años de una cuidadosa estrategia de apareamientos que aportase a las poblaciones una gran diversidad genética, que habría supuesto una ventaja estratégica frente a los neandertales. El otro estudio, el de la mujer neandertal, aporta nuevos datos que rompen con la imagen previa de una alta consanguinidad en los grupos neandertales. Ante una cantidad de secuencias de ADN tan exigua frente al tamaño total de las poblaciones, solo queda ir pacientemente sumando datos e identificando tendencias, en lugar centrarnos en datos llamativos pero aislados.
Fecha de Publicación
6 de octubre de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
Europa Press, Efe Futuro, Science News
Fuente de las imágenes
University of Cambridge,
Palabras clave:
prehistoria, paleolítico medio, paleolítico superior, neandertales, homo sapiens sapiens, endogamia, intercambios sexuales, estrategias, ADN, Shungir, Rusia, Vindija 33.19, Croacia, sexo
Bibliografía científica, publicación original
Science (1), Science (2)
Recientemente se han publicado dos estudios cuyas conclusiones se relacionan con las estrategias de apareamiento de nuestros antepasados, uno de ellos se refiere a Homo sapiens sapiens, mientras que el otro se refiere a los extintos neandertales. Y una vez más, tratan de ponerse sobre la palestra las hipotéticas diferencias entre humanos anatómicamente modernos y neandertales para tratar de explicar por qué una especie desapareció y la otra prevalece.
Por un lado, ha aparecido en Science el estudio genético de una serie de individuos de comienzos del Paleolítico superior procedentes de Shungir, un célebre yacimiento paleolítico de Rusia, cuyos niveles de uso se han datado en torno a 34.000 años de antigüedad. Allí se localizaron inhumaciones de un adulto de sexo masculino y dos individuos juveniles, junto a los restos parciales procesados intencionalmente de otro individuo adulto. Todos estos restos óseos se hallaron acompañados de abundantes elementos de ajuar.
El hecho de localizar a estos individuos enterrados juntos podría inducir a pensar que existieron estrechos lazos de parentesco entre ellos, algo que la genética permite comprobar. Un equipo científico formado por investigadores de diferentes universidades europeas ha secuenciado por completo el ADN conservado en estos restos óseos, y han quedado sorprendidos al constatar que las relaciones de parentesco entre los individuos en ningún caso eran de primer grado. Al parecer, como mucho se trataría de primos segundos, incluso en el caso de los dos individuos jóvenes que aparecían depositados en la misma tumba.
A partir de estos resultados, los investigadores han inferido la existencia de un complejo sistema de redes de apareamiento que garantizase la llegada de nuevo material genético a los pequeños grupos familiares en los que se organizarían estas sociedades recolectoras. De hecho, Eske Willerslev, investigador de las universidades de Cambridge y Copenhague, está convencido de que existió todo un sistema diseñado ad hoc, intencional y planificado, ya que, según sus palabras, si estos grupos de población se hubieran mezclado al azar habría muchos más casos de endogamia.
Junto a esta propuesta, los investigadores proponen además que este tipo de estrategia habría podido ser una ventaja adaptativa de Homo sapiens sapiens frente a los neandertales que, según los genomas secuenciado hasta ahora, parecen haber tenido una alta consanguinidad.
Curiosamente, de nuevo en Science, se acaba de publicar a su vez un estudio genético sobre el ADN de una mujer neandertal, Vindija 33.19, cuyos restos fueron hallados en una cueva de Croacia, y a la que se atribuye una antigüedad de 52.000 años. Su secuencia de ADN se ha utilizado para analizar las divergencias genéticas entre los neandertales, los denisovanos, y los humanos modernos.
Entre otros datos, el ADN de Vindija 33.19 nos cuenta que los humanos actuales tenemos un mayor porcentaje de ADN neandertal de lo que se pensaba anteriormente, según este último estudio, entre un 1,8 y un 2,6%. Pero además, el ADN de Vindija 33.19 matiza la información previa disponible acerca de la consanguinidad de los neandertales en base a su ADN.
Previamente, tan solo se había secuenciado el genoma de 5 individuos neandertales. De entre ellos, destacaba por la calidad de la información obtenida, el conocido como "Neandertal de Altai". Precisamente en base a su ADN, los científicos habían determinado que los neandertales formaban comunidades de individuos compuestas por unos 3.000 miembros en edad reproductiva, y que gran parte de ellos eran medio hermanos, por lo que sería habitual que se apareasen entre miembros de una misma familia.
Sin embargo, el genoma de Vindija 33.19 no presenta este tipo de evidencias, por lo que, de haber exisitido esas prácticas, no tendrían por qué haberse dado en todos los grupos poblacionales de neandertales.
En conjunto, todos estos datos vienen a reflejar que ante un conjunto tan fragmentario y reducido de genomas, cada nuevo estudio puede dar un vuelco a las interpretaciones previas, ya que el tamaño de la muestra es ínfimo con respecto a la población total de neandertales, o de humanos modernos primitivos. Probablemente, hace 52.000 años el bagaje de los neandertales, de decenas de miles de años, les hubiese permitido deducir los inconvenientes de una fuerte consanguinidad en cuanto a la salud de los individuos. Y por otro lado, es posible que los humanos modernos de la zona de Shungir buscasen parejas fuera de sus grupos familiares sin haber desarrollado necesariamente una estrategia específica para ello. Todos estos estudios contribuyen a construir nuestro pasado, pero cada uno de ellos suma nuevas variables y perspectivas, por lo que resulta más importante buscar los puntos de unión que marquen un hilo conductor que centrarnos en datos llamativos pero aislados.
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