Los restos óseos de los aborígenes de Gran Canaria cuentan una historia de combates singulares durante centurias
Los combates singulares, en los que el héroe, el guerrero preeminente del clan, se enfrenta en duelo por la victoria de su tribu, se sucedieron en Gran Canaria como forma habitual de resolver tensiones entre grupos de población durante las centurias anteriores a la conquista de la isla por parte de los europeos, y dejaron una huella indeleble en los huesos de sus habitantes. Abundantes traumatismos en la parte frontal del cráneo, muchos con signos de curación, seguramente propinados con armas de materia orgánica como la madera, distintivamente presentes en la población masculina, cuentan esta historia. Los huesos de las mujeres reflejan que recibían otro tipo de violencia, ejercida seguramente en el contexto doméstico.
Fecha de Publicación
13 de enero de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
Efe Futuro
Fuente de las imágenes
Efe Futuro
Palabras clave:
protohistoria, aborígenes, Barranco de Guadayeque, Gran Canaria, restos óseos, traumatismos, violencia, combate singular, traumatismo craneal, sucesos
Bibliografía científica, publicación original
American Journal of Physical Anthropology
Aunque también se conocen evidencias de algunos enfrentamientos multitudinarios, los huesos pertenecientes a aborígenes de la isla de Gran Canaria estudiados bajo la coordinación de Teresa Delgado, conservadora del Museo Canario, revelan una abundante sucesión de combates singulares entre el siglo VI d.C. y el siglo XV d.C., momento en que se produjo la conquista de las islas desde Europa.
Las evidencias muestran una gran cantidad de traumatismos en el cráneo, especialmente en la parte frontal, y preferentemente en el área izquierda, lugar donde recibiríamos los golpes preferentemente al enfrentarnos a un solo combatiente diestro. Los porcentajes son muy claros, de los 182 cráneos masculinos examinados, 60 presentan traumatismos craneales (el 33%), aunque el porcentaje sigue siendo del 27,4% al considerar el conjunto global de la población (95 casos en 347 cráneos).
Otro dato curioso es que resulta frecuente observar la evidencia de más de uno de estos traumatismos en un mismo cráneo. Entre los 95 cráneos con traumatismos se han documentado un total de 159 fracturas traumáticas.
La mayoría de estos traumatismos no resultaron mortales, y sus investigadores los atribuyen a situaciones de resolución de conflictos entre estas sociedades prehispánicas. Probablemente la insularidad y la ausencia de contacto exterior jugaran un papel importante en el desarrollo de este tipo de enfrentamientos, en los que los combatientes usarían armas de madera o piedra, puesto que en la isla no hay minerales metalizables, y las espadas no llegaron hasta el desembarco europeo en el siglo XV.
Precisamente los conquistadores europeos reflejaban en sus crónicas en el siglo XV la costumbre aborigen de enfrentarse en duelos destinados a engrandecer su honor o prestigio, y también relacionados con prácticas rituales.
La competencia por los escasos recursos de la isla debió propiciar la abundancia de enfrentamientos, ya que se estima una población aborigen de unas 50.000 personas para la isla de Gran Canaria, lo que resulta en una densidad de población de hasta 30 personas por kilómetro cuadrado. Esta situación parece subrayada por el hecho de que estas poblaciones no fortificaban sus asentamientos, pero sí ubicaban sus graneros en lugares protegidos por su orografía a los que resultaba difícil acceder.
Si los huesos masculinos cuentan esta parte de la historia, los de las mujeres muestran otra realidad paralela. El 19% de los huesos femeninos examinados presentan también signos de violencia, lo que también es un porcentaje alto, aunque parece de una naturaleza diferente.
Teresa Delgado explica que no solamente se trataría de violencia ejercida por los hombres, sino que también puede ser evidencia de enfrentamientos entre mujeres en el seno del grupo familiar, donde conviven hermanas y cuñadas en un mismo espacio habitacional. Además, algunas crónicas reflejan también la aplicación de severos castigos físicos por parte de las mujeres adultas a las niñas durante su proceso de "educación" en caso de no responder a lo esperado de ellas.
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