Las huellas, impresas en barro fresco y preservadas por las cenizas de una erupción, muestran rastros de niños de incluso en torno a un año de edad
La foto de un instante preservada en el barro a orillas de una charca de 700.000 años de antigüedad. Un grupo humano, de la especie Homo heidelbergensis, se dedicaba a la extracción de carne del cadáver de un gran hipopótamo, usando y tallando herramientas de piedra, mientras unos cuantos niños corretean por el entorno, algunos apenas alcanzan un año de edad. Este es el regalo que guardaba una capa de arcilla endurecida y preservada por la ceniza de un volcán en el yacimiento de Gombore II (Melka Kunture, Etiopía), y que nos permite asomarnos al tipo de infancia que vivían estos pequeños de Homo heidelbergensis. Los investigadores piensan que los niños acompañarían a los adultos en sus actividades de caza y carroñeo, aprendiendo de primera mano las actividades necesarias para la supervivencia del grupo, en lugar de permanecer en un entorno más o menos seguro mientras los adultos obtenían el sustento. esta conducta parece contrastar mucho con nuestra cultura occidental actual y nuestra actitud más o menos generalizada de "padres/madres helicóptero", pendientes en todo momento de la seguridad de nuestros retoños.
Fecha de Publicación
16 de febrero de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
Independent
Fuente de las imágenes
Nature
Palabras clave:
prehistoria, paleolítico inferior, homo heidelbergensis, huellas, Gombore II, Melka Kunture, Etiopía, África, crianza, infancia, comportamiento, gente
Bibliografía científica, publicación original
Nature
Traducción: Laura Benito Díez.
Un yacimiento que contiene las huellas de antiguos niños humanos ha proporcionado a los investigadores una instantánea del tipo de crianza desarrollada hace unos 700.000 años.
El yacimiento de Melka Kunture estaba habitado por un grupo de adultos y niños, alguno incluso de apenas un año de edad, pertenecientes a la especie humana prehistórica llamada Homo heidelbergensis.
Los habitantes del lugar dejaron sus huellas en un barrizal junto a una charca, donde fueron conservadas por una capa de ceniza volcánica. Estaban acompañados por animales, herramientas de piedra y los restos descuartizados de un hipopótamo.
Lejos de los "padres helicóptero" actuales, los científicos afirman que su descubrimiento revela una comunidad en la que los niños participaban en actividades potencialmente peligrosas y no eran dejados sin la supervisión de un adulto.
"Toda la superficie está llena de restos de talla y herramientas, y los restos de este cadáver de hipopótamo troceado, así que claramente hubo un montón de actividad allí", dice el profesor Mathew Bennett, experto en huellas antiguas de la Universidad de Bournemouth.
"Claramente los miembros adultos de los grupos estaban desarrollando sus actividades normales, creando las herramientas de piedra con el fin de procesar el cadáver que habían cazado o carroñeado", explica Bennett.
El profesor ha explicado el papel crucial que juegan estas huellas para los científicos que estudian a los homininos antiguos.
"Algunos de los hallazgos de homininos tempranos son de niños, así que parte de nuestra comprensión de nuestros primeros ancestros se basa en esqueletos infantiles, pero eso no nos dice nada de su comportamiento", dice el profesor Bennett.
"Los rastros son algo muy emotivo, y especialmente cuando identificas a niños pequeños que añaden una dimensión extra al hallazgo".
Las huellas pueden incluso ser el registro de niños jugando. Otro yacimiento arqueológico en Namibia, por ejemplo, contenía huellas dejadas por niños saltando y brincando por el barro.
En el artículo recién publicado en Nature Scientific Reports, los científicos describen en detalle el yacimiento de Melka Kunture, originalmente descubierto por investigadores de la Universidad de La Sapienza (Roma).
El equipo de investigación especula acerca de si la presencia de estos niños tan pequeños en el yacimiento es la evidencia de que los pequeños tenían que ir "pegados" a los adultos en los grupos de caza, y aprender de primera mano las actividades de caza y despiece de las presas.
El profesor Bennett afirma que este estudio se añade a las evidencias crecientes sobre el modo de vida de los niños pequeños en el pasado, y proporciona un claro contraste con la paternidad/maternidad en las sociedades modernas occidentales.
"Tenemos visiones muy claras de cómo debería ser la infancia, tenemos padres helicóptero vigilando a sus niños todo el tiempo, pero en el pasado y también en culturas actuales a lo largo del mundo los niños son dejados mucho más a su aire para que aprendan a través de la experiencia", dice Bennett.
El comportamiento de las sociedades cazadoras-recolectoras, que son con frecuencia utilizadas como análogas a las de nuestros ancestros prehistóricos, apoya estas conclusiones.
En esas sociedades, "los niños no tienen la misma posición privilegiada que tienen en la sociedad occidental, están simplemente ahí, y no se les da necesariamente un tratamiento especial", ha declarado Bennett.
"Pensamos que dejar a un niño pequeño jugando con lascas de piedra o quizá incluso practicando un poco de despiece de hipopótamo es inusual", dice. "Pero, de hecho, nosotros somos los inusuales, no ellos".
No hay comentarios
Publicar un comentario
Deja tu comentario. No es necesario estar registrado. Antes de su publicación será revisado por un moderador. Cualquier mensaje con publicidad directa o indirecta será eliminado. Si quieres publicitar tus cursos, solicítalo en el mensaje.