Según este nuevo estudio, no habría evidencia de ritos funerarios más antiguos de 100.000 años
La acumulación de restos fósiles humanos del Pleistoceno Medio, con una antigüedad superior a 400.000 años, en los yacimientos de la Sima de los Huesos (Atapuerca) y Dinaledi (Sudáfrica) podría deberse a causas naturales y no a rituales funerarios, como se creía hasta ahora. Es la conclusión de una investigación internacional, publicada en la revista PNAS. El estudio concluye que la acumulación de huesos en ambos yacimientos podría no deberse a la intervención humana.
Fecha de Publicación
3 de abril de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
Universidad Complutense de Madrid, EFE futuro, Europa Press
Fuente de las imágenes
brinkwire.com,
Palabras clave:
Paleolítico, Pleistoceno Medio, Europa, osteología, algoritmo,
Bibliografía científica, publicación original
PNAS
La acumulación de restos fósiles en los yacimientos Dinaledi (Sudáfrica) y la Sima de los Huesos (Atapuerca) hicieron pensar a los paleontólogos que el hombre practica ritos funerarios desde hace unos 500.000 años. Ahora, un estudio sugiere que esa acumulación de huesos podría deberse a causas naturales.
Pese a estar tan lejos geográficamente, ambos yacimientos son parecidos: los dos tienen una cámara en sendas cuevas que durante milenios ha conservado miles de fósiles de una cronología similar.
La cámara Dinaledi, de la cueva Rising Star de Sudáfrica, contiene más de 1.500 fósiles humanos -excavados en solo un metro cuadrado- de una quincena de individuos de la misma especie, el Homo Naledi, un homínido muy primitivo que vivió hace entre 230.000 y 330.000 años en la zona.
En el yacimiento burgalés de Atapuerca, la Sima de los Huesos alberga también miles de fósiles de Homo heidelbergensis, un homínido que agrupaba a sus muertos, lo que los paleontólogos han calificado siempre de comportamiento ‘funerario’, ritual y simbólico, tal y como defiende uno de los codirectores del yacimiento Juan Luis Arsuaga.
Determinar la aparición prehistórica del cuidado de los muertos es de gran interés para comprender la evolución de la condición humana, ya que los ritos funerarios están unidos a la conciencia de la propia mortalidad que caracteriza a los seres humanos.
Hasta el descubrimiento de los restos fósiles en Dinaledi y Atapuerca, se creía que los comportamientos rituales funerarios comenzaron con los neandertales, pero el origen antrópico de estos dos yacimientos hacía pensar que la conciencia de la muerte existía ya hace más de 400.000 años.
La investigación publicada ahora en PNAS con el título Hominin skeletal part abundances and claims of deliberate disposal of corpses in the Middle Pleistocene ha revisado los yacimientos de Atapuerca y Dinaledi y los ha comparado con otros mucho más recientes, de menos de 100.00 años, en los que ya no hay dudas de su origen humano y su carácter ritual, como los de Fontbrégoua (Francia), Krapina (Croacia), Skhul (Haifa), Misgrot (Sudáfrica) y el Portalón (Atapuerca).
Los paleontólogos han utilizado herramientas de inteligencia artificial, algoritmos de máquina de aprendizaje capaces de clasificar información cuantitativa. Y esas herramientas han demostrado que hay procesos naturales que pueden generar las mismas acumulaciones que contienen la Sima de los Huesos (Homo heildelbergensis) y Dinaledi (Homo Naledi). El estudio muestra que no existen pruebas concluyentes de que ninguno de estos dos yacimientos se haya formado por deposición intencionada de cadáveres por parte de otros seres humanos y devuelve la evidencia incontestable más antigua de tal comportamiento al Pleistoceno Superior, en los últimos 100.000 años.
Como ya se ha comentado, en el estudio se han usado herramientas de inteligencia artificial, en concreto, algoritmos de máquina de aprendizaje, que aprenden a clasificar información cuantitativa.
“Estas herramientas han visto que ni la cámara de Dinaledi ni la de la Sima de los Huesos se parecen a las acumulaciones humanas en los que no hay ningún tipo de alteración. Lo más parecido a ellas es la cueva Misgrot, donde la acumulación de fósiles es estrictamente natural, y la cantidad de restos de primates es similar a la de la Sima y Dinaledi”, afirma Manuel Domínguez-Rodrigo, coautor del artículo, profesor del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense y miembro asimismo del Instituto de la Evolución en África (IDEA), de la Universidad de Alcalá de Henares.
Junto a la Universidad Complutense y a la de Alcalá de Henares, en el estudio han participado centros de investigación de Florencia, Birmingham, Sudáfrica y Carolina del Norte.
Pese a estar tan lejos geográficamente, ambos yacimientos son parecidos: los dos tienen una cámara en sendas cuevas que durante milenios ha conservado miles de fósiles de una cronología similar.
La cámara Dinaledi, de la cueva Rising Star de Sudáfrica, contiene más de 1.500 fósiles humanos -excavados en solo un metro cuadrado- de una quincena de individuos de la misma especie, el Homo Naledi, un homínido muy primitivo que vivió hace entre 230.000 y 330.000 años en la zona.
En el yacimiento burgalés de Atapuerca, la Sima de los Huesos alberga también miles de fósiles de Homo heidelbergensis, un homínido que agrupaba a sus muertos, lo que los paleontólogos han calificado siempre de comportamiento ‘funerario’, ritual y simbólico, tal y como defiende uno de los codirectores del yacimiento Juan Luis Arsuaga.
Determinar la aparición prehistórica del cuidado de los muertos es de gran interés para comprender la evolución de la condición humana, ya que los ritos funerarios están unidos a la conciencia de la propia mortalidad que caracteriza a los seres humanos.
Hasta el descubrimiento de los restos fósiles en Dinaledi y Atapuerca, se creía que los comportamientos rituales funerarios comenzaron con los neandertales, pero el origen antrópico de estos dos yacimientos hacía pensar que la conciencia de la muerte existía ya hace más de 400.000 años.
La investigación publicada ahora en PNAS con el título Hominin skeletal part abundances and claims of deliberate disposal of corpses in the Middle Pleistocene ha revisado los yacimientos de Atapuerca y Dinaledi y los ha comparado con otros mucho más recientes, de menos de 100.00 años, en los que ya no hay dudas de su origen humano y su carácter ritual, como los de Fontbrégoua (Francia), Krapina (Croacia), Skhul (Haifa), Misgrot (Sudáfrica) y el Portalón (Atapuerca).
Los paleontólogos han utilizado herramientas de inteligencia artificial, algoritmos de máquina de aprendizaje capaces de clasificar información cuantitativa. Y esas herramientas han demostrado que hay procesos naturales que pueden generar las mismas acumulaciones que contienen la Sima de los Huesos (Homo heildelbergensis) y Dinaledi (Homo Naledi). El estudio muestra que no existen pruebas concluyentes de que ninguno de estos dos yacimientos se haya formado por deposición intencionada de cadáveres por parte de otros seres humanos y devuelve la evidencia incontestable más antigua de tal comportamiento al Pleistoceno Superior, en los últimos 100.000 años.
Como ya se ha comentado, en el estudio se han usado herramientas de inteligencia artificial, en concreto, algoritmos de máquina de aprendizaje, que aprenden a clasificar información cuantitativa.
“Estas herramientas han visto que ni la cámara de Dinaledi ni la de la Sima de los Huesos se parecen a las acumulaciones humanas en los que no hay ningún tipo de alteración. Lo más parecido a ellas es la cueva Misgrot, donde la acumulación de fósiles es estrictamente natural, y la cantidad de restos de primates es similar a la de la Sima y Dinaledi”, afirma Manuel Domínguez-Rodrigo, coautor del artículo, profesor del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense y miembro asimismo del Instituto de la Evolución en África (IDEA), de la Universidad de Alcalá de Henares.
Junto a la Universidad Complutense y a la de Alcalá de Henares, en el estudio han participado centros de investigación de Florencia, Birmingham, Sudáfrica y Carolina del Norte.
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