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miércoles, 3 de abril de 2019

'Cabezas cortadas. Símbolos del poder' llega al Museo Arqueológico Nacional
by LB Paleorama - 0

Cráneo enclavado procedente del yacimiento indiketa de Puig Sant Andreu (Ullastret, Girona). Foto: Laura Benito Díez - Jansá

La muestra, producida por el Museu d'Arqueologia de Catalunya, se puede ver en Madrid hasta el 1 de septiembre

Un símbolo enormemente potente que nos acompaña desde la Prehistoria hasta la actualidad. La cabeza como elemento de veneración o de escarnio, como símbolo de homenaje o de victoria guerrera. Partiendo de las cabezas decapitadas y enclavadas en lugares públicos y destacados de los poblados ibéricos de Puig Castellar (Barcelona) y Puig de Sant Andreu (Girona), los comisarios de esta exposición nos invitan a una reflexión sobre estos símbolos de violencia entre grupos humanos que no se circunscriben a la antigüedad. Esta costumbre documentada entre celtas meridionales, layetanos e indiketas, ha tenido su reflejo a lo largo de nuestra historia, alcanzando a los más recientes conflictos bélicos de nuestro mundo actual. Junto a la simbología y significación de las cabezas cortadas, nos adentramos también en el mundo funerario y la iconografía de estas tribus iberas, y en la reconstrucción del aspecto de sus gentes. Muy recomendable tanto desde el punto de vista histórico como antropológico.

Fecha de Publicación
2 de abril de 2019
Palabras clave:

agenda, exposiciones, cabezas cortadas, museo arqueológico nacional, iberos, cráneo, trofeo

  • La comisaria de la exposición, Carme Rovira-Hortalà, durante la visita de presentación a los medios de 'Cabezas cortadas. Símbolos de poder' en el Museo Arqueológico Nacional. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • El comisario de la exposición Gabriel de Prado durante la visita de presentación a los medios de 'Cabezas cortadas. Símbolos de poder' en el Museo Arqueológico Nacional. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Cráneos de Puig Castellar y Ullastret, visita inaugural de la exposición 'Cabezas Cortadas. Símbolos de poder'. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Inauguración oficial de la exposición 'Cabezas cortadas. Símbolos de poder' en el Museo Arqueológico Nacional. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
Trata esta exposición de un símbolo de carácter universal, y así nos lo transmiten sus comisarios a través de la parte inicial de la muestra, donde se recogen ejemplos de muy diversas partes del mundo que reflejan la importancia de las cabezas de los difuntos. Entre ellas observamos dos vertientes, como señalaba Carme Rovira-Hortalá, comisaria de la exposición por parte del Museu d'Arqueologia de Catalunya. Por un lado las cabezas de los antepasados, veneradas, tratadas con especial cuidado para su conservación, y a las que se trataba de reconstruir sus rasgos vitales mediante añadidos. Y por otro, las cabezas de los enemigos, los vencidos, que reciben un trato humillante, y que simbolizan el poder de quien las posee.

Cráneo trofeo, se portaba dentro de una bolsa de cáñamo. Pueblo Bunum, Taiwan, siglo XIX, de los fondos del Museo Nacional de Antropología. Foto: Laura Benito Díez - Jansá

Mirando a las raíces de nuestra cultura cara a cara

Desde este contexto general, que atraviesa culturas y cronologías por todo nuestro mundo, llegamos al núcleo de la muestra, constituido por los conjuntos de 'cráneos enclavados' procedentes de dos importantes poblaciones del noreste peninsular, el poblado layetano de Puig Castellar (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona) y el yacimiento indiketa de Puig de Sant Andreu (Ullastret, Girona). Estos cráneos se caracterizan por haber sido intencionalmente separados del resto del cuerpo y posteriormente atravesados por grandes clavos de hierro, de los que se conocen ejemplos de hasta 23 centímetros de longitud. La función de estos clavos era fijar los cráneos, una vez desollados y preparados, en lugares destacados de los poblados, donde sirviesen como muestra de poderío y como advertencia.

Esta tradición se ha documentado en un área muy concreta, en el noreste peninsular y sur del actual territorio francés, junto con algún hallazgo esporádico en Centroeuropa. Las fuentes clásicas siempre han asociado este tipo de ritos a la cultura celta de la Galia meridional, y las excavaciones arqueológicas demuestran que se extendía por el territorio ibérico adyacente, donde cada vez se hallan más evidencias de esta práctica. En esta zona se asentaban las tribus de layetanos e indiketas.


  • Conjunto de cabezas enclavadas procedentes de los yacimientos de Puig Castellar (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona) y Puig de Sant Andreu (Ullastret, Girona). Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Cráneo enclavado y clavo procedentes del yacimiento de Puig Sant Andreu (Ullastret, Girona). Siglo III a.C. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Visitantes contemplando las cabezas enclavadas de Puig Castellar (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona) y Puig de Sant Andreu (Ullastret, Girona). Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Vista posterior de los cráneos enclavados de Puig Castellar y Ullastret. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
Recuperando el aspecto de los iberos

Curiosamente, estas cabezas constituyen la mejor oportunidad para los investigadores para recuperar las fisonomías de estas gentes. Esto se debe principalmente a sus costumbres funerarias. Por un lado, solo se daba sepultura a un pequeño porcentaje de la sociedad. Y aquellos que eran enterrados pasaban primero por un proceso de cremación que reducía sus huesos a diminutos fragmentos y cenizas.

En 2012 se inició un profundo proceso de estudio y análisis para recuperar la mayor cantidad posible de información de las cabezas mejor conservadas. Se han identificado y analizado traumatismos probablemente recibidos en combate y marcas de corte derivadas del proceso realizado previamente a su exposición pública, se han analizado evidencias de patologías, y se ha identificado el sexo y la edad de los restos. También se han realizado pruebas de ADN en busca lazos de parentesco, y análisis de isótopos para tratar de determinar su procedencia y sus pautas alimenticias.

Un rostro del pasado

En el caso de uno de los cráneos procedentes de Ullastret, se ha llevado a cabo una hipótesis de reconstrucción facial. Se trataba de un hombre joven, de entre 16 y 18 años, que murió a finales del siglo III o principios del siglo II a.C. Uno de los audiovisuales de la exposición muestra el proceso hasta el acabado fotorrealista, para el que se recrean rasgos como los ojos o el cabello, de los que no hay evidencias.

El complejo mundo funerario y ritual ibérico

La exposición dedica un importante espacio a las costumbres funerarias de las tribus iberas, durante las que el cadáver pasaba por un complejo proceso para acabar depositando sus cenizas dentro de una urna, acompañada de armas amortizadas, elementos de adorno, comida y ofrendas.


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  • Detalle de vaso cerámico con danza guerrera, siglo III-II a.C., procedente de Tossal de Sant Miquel, Llíria, Valencia. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Joya de oro con roseta central y rostros humanos estilizados repujados, Penya Roja, Llíria, Valencia, s. V-II a.C. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
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  • Puñal de hierro con restos de su vaina expuesto en 'Cabezas cortadas. Símbolos de poder'. Foto: Laura Benito Díez - Jansá
Las representaciones iconográficas que nos han llegado de los pueblos iberos pertenecen a la esfera de la ritualidad, y son representaciones marcadamente idealizadas. Los exvotos femeninos representan rasgos genéricos frente a un cuidadoso detallismo en los ropajes y elementos de adorno. Y los masculinos suelen representar a guerreros portando su panoplia.

Una de las piezas cerámicas decoradas que se pueden ver en la exposición exhibe la única representación de una decapitación que se conoce hasta la fecha. Desafortunadamente se trata de una pieza muy fragmentada, de la que solo se conserva una pequeña parte.

Una simbología que traspasa fronteras espaciotemporales

La última parte de la exposición propone una reflexión sobre la iconografía de las decapitaciones desde el mundo antiguo hasta la actualidad. Como recordaba Gabriel de Prado, comisario de la exposición, durante la visita, en los más recientes conflictos bélicos hemos podido ver imágenes en las que los combatientes aún exhiben las cabezas de sus enemigos, tanto para infundir terror como para expresar superioridad. Las diferentes reproducciones de imágenes que integran este bloque final, donde las cabezas cortadas son protagonistas, ilustran los paralelismos de este fenómeno a lo largo del espacio y el tiempo, convertido en icono de conflictos a nivel universal.

Sobre la exposición

'Cabezas cortadas. Símbolos de poder' permanecerá en la sala de exposiciones temporales del Museo Arqueológico Nacional hasta el próximo 1 de septiembre. Su horario de visita es el mismo que el del propio museo, de martes a sábado de 9:30 a 20:00, y domingos y festivos de 9:30 a 15:00. También cuenta con visitas guiadas (aforo de 20 plazas) los miércoles y viernes a las 18:00. Más información en la web del propio museo.

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