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lunes, 5 de febrero de 2018

Una espiral de huesos humanos creada hace 2.500 años
by LB Paleorama - 0


Espectacular enterramiento colectivo hallado bajo la Ciudad de México que pertenece a un pequeño asentamiento del periodo Formativo

El aún poco conocido desarrollo de las primeras aldeas en la cuenca de México (periodo Formativo) va apareciendo solar a solar, intervención a intervención, bajo la inmensa ciudad de México D.F. Así, en los terrenos de la Universidad Pontificia de México, se han podido documentar los restos de la pequeña aldea de Tlapan, ocupada hace unos 2.500 años, y ubicada en un excelente enclave en lo alto de una pequeña loma. Entre las muchas fosas circulares de almacenaje excavadas en el terreno se han documentado 7 amortizadas como enterramientos, 6 de ellos individuales, y uno que ha resultado ser el enterramiento colectivo más numeroso y llamativo que se conoce en el periodo, con al menos diez cuerpos colocados entrelazados entre sí, formando una espiral, con manos y pies superpuestos. El significado ritual parece evidente aunque por ahora no han podido establecerse las causas de las muertes o la existencia de parentesco. Los delicados trabajos de excavación y exhumado de huesos aún continúan en proceso.

Fecha de Publicación
29 de enero de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
INAHEfe
Fuente de las imágenes
TlatollotlINAH
Palabras clave:
arqueología americana, Preclásico, Formativo medio, Formativo tardío, México D.F., Cuenca de México, Tlalpan, aldea, enterramiento colectivo, sucesos
Bibliografía científica, publicación original


  • Enterramiento Formativo múltiple en México D.F. INAH. Tlatollotl.
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  • Enterramiento Formativo múltiple en México D.F. INAH. Tlatollotl.
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  • Enterramiento Formativo múltiple en México D.F. INAH. Tlatollotl.
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  • Enterramiento Formativo múltiple en México D.F. INAH. Tlatollotl.
Solar a solar, manzana a manzana, el pasado del gran área que ocupa hoy en día la ciudad de México se va dando a conocer a través de reveladoras intervenciones arqueológicas, como la realizada en los terrenos de la Universidad Pontificia de México. Allí, el equipo arqueológico que coordina la arqueóloga Jimena Rivera Escamilla está desvelando los secretos de una pequeña aldea ocupada durante unos 500 años a lo largo del periodo Formativo medio y tardío, y que se ubica en lo alto de una pequeña colina actualmente irreconocible por la superposición de la trama urbana.
El emplazamiento contaba con importantes recursos como vegetación circundante y fuentes de agua, que hacían de él un lugar idóneo en el que asentarse. Se trata de una de las aldeas más antiguas que se han identificado en la Cuenca de México, y en ella se han documentado construcciones típicas del periodo, con zócalo de grandes cantos de basalto, así como los denominados "tronocónicos", unos silos excavados en el terreno denominados así por la forma de su sección, con un mayor diámetro en la base que en la boca.
Precisamente uno de estos troncocónicos albergaba la mayor sorpresa que ha arrojado hasta ahora la excavación, un enterramiento colectivo, que ha resultado ser el más numeroso del periodo documentado hasta ahora.
La disposición de los cadáveres es especialmente llamativa, pues fueron colocados formando una espiral, entrelazados, unos brazos por debajo y otros pies por encima. Según relata Rivera, se conocen otros enterramientos colectivos en troncocónicos para este periodo, pero ninguno de los excavados hasta ahora estaba compuesto de tantos difuntos. Por el momento se han identificado restos de 10 personas, y otros seis enterramientos individuales en otros tantos troncocónicos.
Estas fosas excavadas en el terreno parecen tener una funcionalidad similar a los silos excavados de forma muy abundante durante la Edad del Bronce en la meseta central de la península Ibérica. Al igual que éstos, los troncocónicos mexicanos aparecen con frecuencia amortizados como basureros o como tumbas, como en este caso.
Casi todos los ocupantes del enterramiento son adultos jóvenes, aunque también se han identificado un pequeño de entre tres y cinco años de edad al momento de morir, y los restos óseos de un niño de meses de edad.
La cuidada colocación de los cuerpos, interactuando entre sí, en lo que los antropólogos interpretan como un único evento, apunta a un significado ritual del enterramiento, Por el momento se desconocen las causas de las muertes, así como si existen o no lazos de parentesco entre los difuntos. Debido al estado de fragilidad de los restos, los delicados trabajos de excavación de los huesos aún están en proceso. Mientras continúa la limpieza in situ, se han podido observar características como deformación cefálica intencional en al menos dos individuos, mutilación dental en algunos casos, patologías como osteocitos en las vértebras, y un desgaste dental generalizado.
Entre los objetos de ajuar identificados, destacan cajetes, cuencos, ollas y tecomates. Algunos difuntos portaban esferas cerámicas y piedras en las manos.

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