El análisis de antiguas cerámicas de este poblado celta ha revelado la presencia de este virus
Buscaban averiguar el contenido de antiguas vasijas cerámicas y se encontraron con un chocante hallazgo. Hace 2.500 años un habitante del poblado celta de La Heuneburg (Alemania) murió a causa del virus de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, y sus convecinos guardaron su sangre y vísceras en unas vasijas cerámicas depositadas en un túmulo funerario situado en las afueras del poblado. Un novedoso análisis de proteínas practicado sobre las antiguas vasijas ha revelado la presencia de sangre y órganos humanos, además de unas proteínas relacionadas con el virus. Se trata del caso más antiguo de fiebre hemorrágica que se conoce, ahora queda por determinar si se trató de una epidemia o de un contagio aislado a causa de un viaje a alguna zona con presencia del virus.
Fecha de Publicación
9 de diciembre de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
Science
Fuente de las imágenes
Science
Palabras clave:
edad de los metales, edad del hierro, celtas, La Heuneburg, Alemania, cerámica, proteinas, fiebre hemorrágica Crimea-Congo, CCHFV, sucesos
Bibliografía científica, publicación original
Journal of Archaeological Science
Traducción: Laura Benito Díez.
En un momento entre 600 y 450 a.C., un individuo de alto estatus que vivía en la actual Alemania desarrolló ciertos síntomas preocupantes: grandes moretones, hemorragias nasales y en las encías, y diarrea y orina sanguinolentas. Los vecinos de su poblado, conmocionados, o quizá intrigados por su enfermedad, almacenaron su sangre y sus órganos en vasijas de cerámica tras su muerte, y los enterraron en un túmulo funerario. Ahora, gracias al uso de una novedosa técnica basada en el análisis de proteinas antiguas, los arqueólogos han reconstruido los contenidos de estas vasijas y han concluido que esta persona aparentemente murió por el virus de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo (CCHFV), una grave enfermedad transmitida por garrapatas que aún resulta mortal en el mundo actual.
"Esta es la primera identificación de CCHFV o de cualquier virus hemorrágico en el registro arqueológico", afirma Conner Wiktorowicz, quien lidera la investigación y es doctorando en arqueología en la Universidad Purdue de West Lafayette (Indiana, EE.UU.). También es el único ejemplo conocido de sangre humana y órganos enterrados en vasijas cerámicas durante la Edad del Hierro en esta región, lo que plantea la pregunta de si esta fue una práctica más extendida, previamente desconocida para los arqueólogos.
Los contenidos de las vasijas cerámicas se degradan a lo largo del tiempo, dejando una capa de residuo que contiene proteínas de cualquier materia orgánica almacenada en su interior. Los arqueólogos están explorando nuevas formas de recuperar y analizar estas proteínas. En este nuevo estudio, el equipo liderado por Wiktorowicz pulverizó una pequeña porción de cada uno de los fragmentos cerámicos, y empleó detergente y otros químicos para separar cualquier proteína pegada a la cerámica. Después aislaron y analizaron los fragmentos de proteínas usando diferentes técnicas. El equipo volcó entonces esta información en una base de datos nacional de proteínas.
Los investigadores identificaron proteínas específicas de la sangre humana y órganos internos, lo que resultó una sorpresa, y demuestra que las vasijas han contenido en algún momento restos de órganos. Igual de chocante resultó la presencia de dos fragmentos únicos de proteínas, conocidos como péptidos, que ayudan al CCHFV a unirse a una célula anfitriona justo antes de la infección. Estos resultados aparecen publicados en la edición de febrero de 2017 de Journal of Archaeological Science.
El hallazgo resalta cómo los virus antiguos pueden ser identificados más fácilmente por sus proteínas que por sus ácidos nucleicos, estudiados más comunmente, como el ADN o el ARN. A pesar de que los investigadores han usado el ADN para rastrear la prehistoria de patógenos como la viruela, las proteínas son más estables que los ácidos nucleicos y potencialmente podrían conservarse durante millones de años.
"Recuperar ácidos nucleicos de antiguos virus es extremadamente difícil y está plagado de contaminaciones", señala Angelique Corthals, antropóloga forense en la Ciudad Universitaria de Nueva York, que no ha tomado parte en el estudio. "Las proteínas de los virus son accesibles de forma más inmediata y menos proclives a la degradación".
"El descubrimiento de proteínas relacionadas con el CCHFV en los fragmentos de cerámica es muy emocionante", dice Corthals. "Sería estupendo confirmarlo en otro laboratorio independiente. Pero los resultados actuales perecen bastante convincentes".
Ahora queda por saber si la presencia del CCHFV en la Alemania de la Edad del Hierro representa la evidencia de una antigua epidemia, si muestra que el patógeno era endémico de la región, o refleja la historia de un individuo que viajó desde una zona infectada, tal y como señala Corthals.
Los hallazgos podrían motivar que los arqueólogos presten más atención a los fragmentos de cerámica sencillos, o aquellos que aparecen desplazados de donde fueron depositados, o descartados ya en la antigüedad, dice Wiktorowicz. "¿Qué han estado perdiéndose los arqueólogos en el pasado en relación con las prácticas sociales y el uso de vasijas de cerámica?", dice. "No puedo imaginar la cantidad de nuevos y emocionantes hallazgos que otors investigadores van a realizar".
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