Hace ya más de 30 años que se localizó esta excepcional ventana a la vida en la Tierra hace 125 millones de años
Quien nos iba a decir que en mitad de Cuenca se encontraba uno de los yacimientos paleontológicos del periodo Cretácico mejor conservado del mundo, y sin embargo así es. Las Hoyas se ha revelado como un hallazgo excepcional, un lugar donde no solo se ha conservado una instantánea de un ecosistema prácticamente completo de hace 125 millones de años, sino donde además se han conservado elementos tan infrecuentes como plumas, piel, músculos y tejidos blandos de animales y vegetales, lo que ha permitido hacer reconstrucciones mucho más reales de su aspecto y colorido. Tras más de 30 años de investigación, se publica ahora un volumen que condensa todos estos maravillosos descubrimientos.
Fecha de Publicación
3 de diciembre de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
Sinc, Yacimiento de Las Hoyas
Fuente de las imágenes
Sinc, Yacimiento de Las Hoyas
Palabras clave:
Paleontología, Cretácico, Las Hoyas, Cuenca, España, peces, larvas, tejidos blandos, dinosaurios, mascotas
Bibliografía científica, publicación original
El azar quiso que este increíble yacimiento paleontológico se localizase primero en los revestimientos de piedra de numerosos chalets de la zona antes que en la roca madre. La explotación como cantera de estos niveles del Cretácico cuajados de los más variados fósiles permitió hallar esta joya paleontológica mundial que es Las Hoyas, y que se ubica cercana al espacio protegido de Palancares y Tierra Muerta, en la provincia de Cuenca.
Tras décadas de investigación, se acaba de publicar por primera vez un volumen que sintetiza 25 años de hallazgos e investigaciones, y que coloca a Las Hoyas en el lugar que le corresponde dentro de la bibliografía mundial de referencia sobre el Cretácico.
“Las Hoyas es uno de los yacimientos excepcionales a escala mundial y no tenía el espaldarazo de ninguna monografía para que la gente pudiera acceder a toda la información”, apunta Ángela D. Buscalioni, directora del proyecto I+D Las Hoyas desde 2001 y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Un tapiz de microbios obró el milagro
Los trabajos realizados a lo largo de estos años han permitido conocer en detalle cómo era un ecosistema continental completo del Cretácico. “Tenemos registros al detalle de plantas, insectos acuáticos y terrestres, gusanos y microorganismos, hasta toda la macrofauna y flora vinculada”, señala Buscalioni.
Francisco José Poyato-Ariza, editor del libro e investigador de la UAM, explica: “En este yacimiento existe una mezcla de fauna relicta del jurásico, muy primitiva, junto a formas muy modernas. En casi todos los grupos vas viendo esta mezcla. Es un mundo que está cambiando. En los pescaditos se ve muy bien. Tienes algunos que son totalmente primitivos, extinguidos, y otros más modernos como los actuales”.
Una de las singularidades de Las Hoyas es que se hayan conservado fosilizados plumas, músuclos, piel y tejidos blandos. Este hecho se debe a una peculiaridad en la formación del yacimiento, y es que en esta zona inundada existían en los fondos acuáticos unos tapetes microbianos que atrapaban y protegían a todo organismo que allí cayese. “El tapete protege y pega los fósiles. Cualquier cosa que caiga se quedaba pegada. Hay experimentos en el libro en peces y en ranas actuales en los que se ve cómo casi acaban desapareciendo si los dejas pudrirse sin estos tapetes”, dice Buscalioni.
La preservación íntegra de esqueletos, bifurcaciones, aletas, pelo de mamíferos o el patrón de color de la piel de un cocodrilo y la piel de un dinosaurio, así como muchas partes blandas en los fósiles es típica de Las Hoyas.
Otro elementos conservados que resultan infrecuentes en otros yacimientos contemporáneos son por ejemplo las arañas o los ciempiés. Normalmente sólo se preservan las partes duras como las conchas, pero aquí se pueden observar los anillos de los milpiés cretácicos, lo que es muy raro.
También la preservación de las plantas es muy singular. Muchas hojas se conservan con su cutícula, lo que permite estudiar las células de su epidermis. “Es excepcional que se conserven los diferentes órganos conectados anatómicamente, por ejemplo, hojas y frutos. Es algo escaso en el registro fósil”, subraya Carles Martin Closas, investigador de paleobotánica en la Universidad de Barcelona.
De larvas a adultos
Otro de los aspectos más relevantes de este lugar es que se han podido encontrar secuencias de crecimiento completas de algunos grupos. Desde sus larvas a ejemplares adultos. “Hallamos algunos peces que son los más pequeños del registro mundial, aparte del tiburón de 4,5 cm”, apunta Poyato-Ariza.
Ante la abundancia de larvas y crías, los investigadores creen que se trata de lo que se conoce ecológicamente como refugio. “En esos lugares, con unas condiciones geológicas especiales, estarían las crías de muchos grupos confinadas. Existen crías de peces, de cocodrilos, de salamandras, de ranas. Pensamos que estarían ahí, ligeramente al lado del resto del ecosistema, con mucha materia orgánica para su alimentación”, explica Buscalioni.
Además, muchas de estas especies tenían características que denotan una transición continua entre lo terrestre y lo acuático. La sospecha es que muchas de ellas, como las ranas, algunos peces y los cocodrilos tienen adaptaciones muy especializadas al medio acuático.
Un humedal cambiante
El paisaje de Las Hoyas era acuático, con carofitas en momentos de alto nivel del lago de agua dulce, sustituidas por las primeras plantas con flor en momentos de bajo nivel del agua y elevados nutrientes. Es un humedal, con un mosaico de charcos y lagos y agua que corre, un lugar muy cambiante con períodos de más y menos sequía.
Helechos y coníferas constituían las especies principales de vegetación alrededor del lago. Estos dos grupos asumían en el Cretácico el papel que actualmente tienen las plantas con flor. “Es un buen laboratorio paleobiológico porque permite plantear hipótesis y contrastarlas con el material mismo del yacimiento, sin acudir a otros registros”, resalta Martin Closas.
Cazadores y presas
La publicación recién presentada incluye el primer intento de red trófica del ecosistema, lo que resulta muy infrecuente en yacimientos de tal antigüedad. “Lo que muestra la red trófica, si miras las líneas de interacción, es que la densidad es mucho mayor entre anfibios y el medio acuático y mucho menor entre lo terrestre. Es más, los seres terrestres tienen entre ellos sus propias relaciones”, dice Poyato-Ariza.
En términos de diversidad, la cadena trófica del yacimiento está sustentada por insectos. Hasta ahora, en Las Hoyas se han descrito 250 especies, y se estima que al menos un 25% son únicas.
“Para Cuenca ha supuesto un enriquecimiento de su patrimonio, la creación del Museo de Ciencias Naturales de Castilla la Mancha y la Ruta de los Dinosaurios”, recuerda Prieto Villar, quien llevó a la universidad los fósiles que permitieron la identificación del yacimiento. “Al comienzo del descubrimiento hubo quien me propuso dejar las cosas como estaban. Afortunadamente no les hice ni caso”.
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