Las obras para colocar un ascensor en un edificio en Barcelona han dejado al descubierto interesantes restos romanos
Un ascensor parece un lugar muy propio para imaginar máquinas del tiempo y viajes al pasado. Pues precisamente las obras para instalar uno en el barrio barcelonés de la Ribera han propiciado a los vecinos del inmueble una oportunidad única para asomarse a su pasado y a sus raíces de un modo directo e inmediato, dejando al descubierto los restos de "Octavia", una niña enterrada en la Barcino de los siglos IV-VI, en una necrópolis del suburbium noroeste, que se extendía a ambos lados de la vía Augusta. Pequeñas intervenciones en esta zona van completando el mapa de esa necrópolis y de la Barcino tardoantigua, una ciudad en continua transformación.
Fecha de Publicación
25 de diciembre de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
El País
Fuente de las imágenes
El País
Palabras clave:
mundo clásico, romanos, Barcino, Barcelona, enterramientos, necrópolis, necrológicas
Bibliografía científica, publicación original
Cuando en un edificio de la calle Canvis Nous de Barcelona decidieron solicitar un permiso para colocar un ascensor, ya se les notificó que era probable la aparición de restos arqueológicos. No muy lejos de allí ya habían aparecido restos de 11 personas cuyos enterramientos pertenecían a la necrópolis que rodeaba el perímetro de la muralla de Barcino. Así que cuando al inicio de los trabajos apareció el primer cráneo, la escultora Maïs Jorba, que tiene su estudio en el inmueble, decidió abrir una quiniela para bautizar a la niña a la que pertenecía, y ganó "Octavia".
La finca en la que se han realizado las obras se localiza en un suburbium de la Barcino romana, y se encuentra al interior del perímetro amurallado de la ciudad medieval, por lo que se trataba de un lugar de alto interés desde el punto de vista de la arqueología.
En sus inmediaciones, en el año 2001 fueron documentadas evidencias de una necrópolis tardorromana, que va desde el siglo IV al VI d.C.
Al abrir el hueco para la instalación del ascensor, lo primero que apareció fue el cráneo de "Octavia", pero en su entorno aparecieron más huesos, aparentemente pertenecientes a un individuo adulto, que fue enterrado con la cabeza al oeste y los pies hacia el mar. La línea de costa quedaba muy cerca de esta zona en época romana, y entre la arena se localizó también un fragmento de cerámica decorado con una figura animal.
El cementerio al que pertenecerían estos restos se ha documentado en el noroeste de la antigua ciudad romana, fuera del recinto amurallado y a ambos lados de la Vía Augusta. Ocupaba el área de la actual plaza de Antoni Maura, prolongándose por la zona del Born y la Avenida Francesc Cambó.
Este mismo año, en la calle dels Consellers, se localizaban los restos de un hombre adulto depositado en una tumba realizada con tégulas, acompañados de unas cerámicas que han sido datadas en los siglos IV-V d.C.
El hueco de un ascensor se ha convertido en este inmueble barcelonés en una máquina del tiempo que ha permitido a todos sus vecinos realizar un viaje al pasado, a sus raíces, a su propia historia.
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