Durante el Pleistoceno los alrededores de Atapuerca proporcionaban abundantes bellotas, energéticas y fáciles de conservar
Cada vez somos más conscientes de la importancia de los vegetales en la dieta de nuestros antepasados. Cierto es que la obtención de proteínas a través de la caza resultaba necesaria, aunque era complementaria de las fundamentales actividades de recolección, que además ofrecían un mayor rendimiento con un menor esfuerzo. Ese parece ser el caso de la recolección de bellotas por parte de los grupos humanos del Pleistoceno. Por ello, desde el CENIEH se ha impulsado una investigación experimental para comprobar el gasto energético y el rendimiento alimenticio de la recolección de bellotas, y este pequeño fruto ha salido muy bien parado.
Fecha de Publicación
16 de enero de 2017
Fuentes de información digital utilizadas
Dicyt, CENIEH
Fuente de las imágenes
CENIEH
Palabras clave:
prehistoria, pleistoceno, bellota, Atapuerca, Burgos, Castilla y León, España, gastronomía
Bibliografía científica, publicación original
Journal of Anthropological Archaeology
Los doctores Ana Mateos y Jesús Rodríguez lideran al equipo que ha realizado una interesante investigación sobre las ventajas de la explotación de las bellotas como alimento por parte de los grupos de cazadores-recolectores del Pleistoceno en la zona de Atapuerca.
La investigación se ha publicado en Journal of Anthropological Archaeology, y muestra que la explotación de este recurso alimenticio hace unos 300.000 años resultaba más eficiente que la obtención de alimentos de origen animal.
El estudio se basa en la recreación experimental de la recolección de este producto por parte de mujeres en el entorno actual de la sierra de Atapuerca. Para ello se seleccionaron dos enclaves, uno en el entorno de Cueva Mayor y otro en las orillas del río Arlanzón. Allí, las voluntarias simulaban la recolección de las bellotas.
Además, desde el Laboratorio de BioEnergía del CENIEH se comprobó que el tamaño corporal del grupo de mujeres participantes en el experimento se correspondía con el tamaño corporal estimado para la población femenina del yacimiento de la Sima de los Huesos.
El desarrollo de la investigación experimental ha revelado que en una hora se pueden recoger unos tres kilogramos de bellotas, con un gasto energético de apenas 300 kilocalorías, y un retorno nutritivo de los frutos recolectados de unas 11.600 Kcal, lo que proporciona suficiente alimento para cubrir las necesidades nutricionales de cuatro personas durante un día completo.
“Para las poblaciones humanas del Pleistoceno, que dependían de su entorno para sobrevivir, una explotación eficiente de los recursos resultaba esencial para mantener un buen balance energético entre la ingesta de alimentos y el gasto energético de sus actividades diarias”, explica Ana Mateos.
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