El estudio de una pequeña biga de bronce conservada en el British Museum revela detalles constructivos desconocidos
La carrera de carros disputada en la superproducción Ben-Hur forma ya parte del imaginario colectivo. Desafortunadamente, ningunos de los carros utilizados en época romana ha llegado a nuestros días, por lo que los secretos de su construcción se han perdido en el tiempo... ¿o quizá no? Una pequeña reproducción en bronce de una biga romana conservada en el British Museum y hallada en el Tíber a finales del siglo XIX parece guardar más secretos de lo que podría parecer a simple vista. E incluso podría haber pertenecido al mismísimo Nerón.
Fecha de Publicación
12 de enero de 2016
Fuentes de información digital utilizadas
Archaeology, Seeker
Fuente de las imágenes
British Museum
Palabras clave:
mundo clásico, romanos, carreras de carros, biga, tecnología, construcción, juguetes, moda
Bibliografía científica, publicación original
Journal of Roman Archaeology
Traducción: Laura Benito Díez.
Un detallado examen de un antiguo carro de juguete, concretamente una reproducción de una biga romana hecha en bronce, ha revelado un importante detalle que podría haber llevado a los antiguos conductores de estos vehículos a la victoria.
El estudio del pequeño carro de 2.000 años de antigüedad hallado en río Tíber en la década de 1890 y que ahora se exhibe en el British Museum, ha puesto de manifiesto un "truco" secreto. Para aumentar las posibilidades de ganar en las carreras de bigas, y probablemente también de cuádrigas, la rueda derecha del carro se equipaba con un fino aro de hierro.
"Las ruedas normales estaban hechas de madera, cuero y cola de origen animal, y tiras sin trabajar de cuero atadas en las uniones de las piezas, que se apretaban a medida que se secaban, como abrazaderas", explica el autor Bela Sandor, profesor emérito de Ingeniería Física en la Universidad de Wisconsin en Madison. "Cualquier rueda de hierro hecha para las carreras consistiría en un muy fino aro de hierro en la parte exterior de la llanta de madera, mejor si se monta caliente sobre la madera, para consolidar toda la estructura".
Añadir esta tira de hierro a la rueda derecha del carro aumentaría las oportunidades del conductor de ganar hasta rozar el 80%, según este estudio publicado en el último número de Journal of Roman Archaeology.
"La solución tiene todo el sentido desde el punto de vista de la ingeniería. antigua o moderna", afirma Sandor.
Desafortunadamente ningún carro de carreras romano se ha conservado hasta la actualidad. Las evidencias arqueológicas acerca de esta configuración en una sola de las ruedas proceden únicamente de un pequeño juguete a escala que se incluye actualmente en los fondos expuestos del British Museum.
El pequeño juguete representa una biga, un carro de dos ruedas arrastrado por dos caballos, aunque a este modelo de bronce le falta por avatares de su historia uno de los dos caballos y el conductor.
El carro de bronce era probablemente un juguete para un individuo rico, quizá incluso el emperador Nerón, quien según Suetonio solía jugar con este tipo de objetos.
"Las ruedas originalmente podían rotar libremente sobre el eje. Fue hecho por alguien que sabía un montón de carros de carreras", dice Sandor.
Usando el juguete en miniatura y estimaciones independientes como guía, Sandor ha podido establecer las principales dimensiones de los carros romanos de carreras. Ha llegado a la conclusión de que un vehículo romano estándar pesaba entre 25 y 30 kilos, tenía un ancho entre las ruedas de unos 155 centímetros, un diámetro de las ruedas de unos 65 centímetros y una viga o lanza de 230 centímetros.
Entre los detalles de la maqueta encontrada en el Tíber, Sandor y Judith Swaddling, del british Museum, percibieron un borde ligeramente elevado solo en la rueda derecha, indicando que un fino aro de hierro reforzaba la rueda.
"Dos ruedas idénticas habrían sido más fáciles de producir tanto para un juguete como para un carro real. Pero un cliente de alto rango probablemente demandaría para su sofisticado juguete una auténtica representación de la realidad, si de hecho esa pieza se colocaba solo en una rueda", dice Sandor.
Ya que era más fácil guiar a los caballos en giros a la izquierda, la mayoría de las carreras se celebraban en sentido contrario a las agujas del reloj.
"De hecho, el refuerzo en el lado derecho funciona mejor en arenas de forma ovalada si el giro es siempre hacia la izquierda", continúa Sandor.
Sandor ha explicado que algunos corredores reforzaban las ruedas derecha solo porque todos los carros se inclinan hacia la derecha y sobrecargaban las ruedas derechas solo en los giros a la izquierda.
"Esto tiene todo el sentido para cualquiera que comprende las dinámicas de un vehículo durante el giro. Es una sensación común entre la gente que conduce un vehículo que gira muy deprisa. Estar de pie en un autobús que gira es un buen ejemplo", dice Sandor.
Perteneciese o no al mismísimo emperador, lo cierto es que este preciso juguete es una gran fuente de información para comprender la ingeniería romana tras la construcción de carros de carreras.
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