Un estudio busca lograr una mayor precisión en el cálculo de la edad de fallecimiento de adultos aniguos más allá de los 40 años
La creencia de una esperanza de vida reducida, en torno a los 40 años de edad, hasta épocas recientes, puede haber tenido su base en el uso de biomarcadores adecuados para medir el desarrollo de niños y jóvenes, pero inútiles una vez alcanzada la madurez. Una investigación desarrollada desde la Universidad Nacional de Australia, y basada en varias necrópolis angloajonas de los siglos V al VII d.C., propone un nuevo método de estimación de la edad de los individuos adultos a partir del desgaste dental. A partir de su uso, la investigadora Christine Cave afirma que entre estas poblaciones anglosajonas era común alcanzar los 70 años de edad, proporcionando así una nueva vía para la identificación y el estudio de los ancianos en épocas pasadas, tradicionalmente poco estudiados por la investigación arqueológica.
Fecha de Publicación
5 de enero de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
Europa Press, Australian National University
Fuente de las imágenes
Australian National University
Palabras clave:
dentición, desgaste dental, edad, esperanza de vida, adultos, ancianos, antigüedad, salud
Bibliografía científica, publicación original
Journal of Anthropological Archaeology
El uso de ciertos biomarcadores relacionados con el desarrollo de la dentición o con el crecimiento de los huesos constituye una herramienta fundamental para el cálculo de las edades de fallecimiento de nuestros antepasados. Pero a medida que los individuos alcanzan a edad adulta, y se completa el desarrollo óseo y dental, nos vamos quedando sin elementos para afinar de forma precisa la edad de muerte, con lo que se va generando una especie de cajón de sastre lleno de individuos de 40 años o más, que produce una imagen distorsionada acerca de la esperanza de vida previa a la Edad Contemporánea.
La investigadora Christine Cave, doctoranda de la Escuela de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional de Australia (ANU), ha desarrollado un nuevo método para definir con mayor precisión las edades de fallecimiento de las poblaciones adultas antiguas, tomando como base el desgaste dental. Para ello, analizó el desgaste de las piezas dentales de individuos procedentes de cementerios anglosajones de Inglaterra fechados entre 475 y 625 d.C., y posteriormente lo comparó con el desgaste dental de poblaciones actuales con un estilo de vida comparable al de los anglosajones de la época.
Como conclusión a su estudio, Cave ha podido comprobar que entre las poblaciones anglosajonas tardoantiguas no era raro alcanzar la vejez, y que los 70 años era una edad frecuente de muerte. "A veces la gente piensa que en esos días si vivías hasta los 40 años era lo mejor que se podía alcanzar. Pero eso no es cierto", menciona la autora de la investigación. "Para las personas que vivieron vidas tradicionales sin medicamentos o productos modernos, la edad de muerte más común era de 70 años, y eso es notablemente similar en todas las culturas".
Cave considera que la idea de una mortandad extendida en torno a los 40 años ha podido generarse a partir de algunas deficiencias en la clasificación precisa de la edad de los adultos en los estudios antropológicos. En el texto publicado por la ANU, Cave dice que las personas mayores han sido muy ignoradas de forma habitual en los estudios arqueológicos, y que la causa puede ser la dificultad para identificarlas de forma certera.
El uso de biomarcadores de desarrollo para estimar la edad de muerte puede provocar que no podamos distinguir de forma efectiva entre un adulto saludable de 40 años o una persona anciana de 95, según argumenta la investigadora.
Además de desarrollar su método, Cave ha identificado ciertas diferencias en el tratamiento de los enterramientos masculinos y femeninos dentro de las necrópolis empleadas para su estudio, situadas en Essex, Kent y Hampshire.
"Las mujeres eran más propensas a recibir entierros prominentes si morían jóvenes, pero era mucho menos probable que les dieran uno si eran viejas. Los hombres de categoría superior generalmente están enterrados con armas, como una lanza y un escudo u ocasionalmente una espada", explica Cave.
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