Los restos óseos de perros presentes en el enterramiento Bonn-Oberkassel (14.000 BP) así lo reflejan
Fecha de Publicación
8 de febrero de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
Europa Press, National Geographic, Universidad de Leiden
Fuente de las imágenes
National Geographic, Universidad de Leiden
Palabras clave:
prehistoria, paleolítico superior, perros, domesticación, vínculo afectivo, virus morbilli, moquillo canino, enterramiento, Oberkassel, Bonn, Alemania, mascotas
Bibliografía científica, publicación original
Journal of Archaeological Science
La relación de aprovechamiento y afecto entre humanos y cánidos parece claramente surgida ya durante la prehistoria, aunque el periodo concreto de surgimiento de estos lazos ha resultado hasta ahora esquivo, y parece desvanecerse entre las brumas del tiempo. Las evidencias con las que contamos son escasas y fragmentarias, y los estudios genéticos tan solo nos dan pistas al respecto.
Una importante evidencia directa la constituyen los restos óseos de perros localizados en una tumba paleolítica cerca de la ciudad alemana de Bonn, que se conoce como el enterramiento de Bonn-Oberkassel. Esta tumba, que contenía los restos de una mujer, un hombre y dos perros, fue descubierta a comienzos del siglo XX. Investigaciones posteriores sobre los huesos han permitido atribuirle una antigüedad de unos 14.000 años, situándola de lleno en el Paleolítico final.
Se trata, hasta ahora, de la tumba más antigua conocida en la que se depositan juntos perros y humanos, y una de las primeras evidencias de domesticación de los perros.
El hallazgo por sí solo refleja la existencia de relaciones entre humanos y cánidos en esta fecha temprana, pero una reciente revisión de los huesos de los perros, en concreto de los dientes del ejemplar más joven de los dos, ha revelado un detalle que da un giro a esta historia, revelando un fuerte vínculo afectivo de estos humanos y los perros que les acompañan.
Los dientes del perro más joven contienen evidencias de que este cachorro, que murió con unas 27 o 28 semanas de vida, había padecido una grave infección del denominado virus morbilli, comunmente conocido como "moquillo canino". El investigador Luc Janssens, de la Universidad de Leiden, ha estimado que el cachorro padeció la enfermedad durante unas 8 semanas, con varios episodios graves, mientras que en unas condiciones sin cuidados humanos no habría podido sobrevivir más de tres. Durante ese periodo, habría sido necesario darle calor y comida, y mantenerlo limpio, a pesar de no resultar útil como animal doméstico mientras padeciese la enfermedad. Para Janssens, esa es la clave a partir de la que podemos deducir una relación afectiva intensa más allá de su uso como animal de trabajo.
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