Dos especies hoy extintas en la zona, la ballena gris y a la franca glacial, han sido documentadas en varios yacimientos a ambos lados del estrecho
Hace dos mil años, en la época romana, el mar Mediterráneo era un refugio para dos especies de ballenas que prácticamente han desaparecido del Atlántico Norte: la ballena de los vascos o franca y la ballena gris. Así lo indica un estudio, con participación española, que analiza los fósiles de los huesos hallados en el yacimiento de Baelo Claudia, cerca de la actual ciudad de Tarifa.
Fecha de Publicación
11 de julio de 2018
Fuentes de información digital utilizadas
Sinc, Science Daily, University of York
Fuente de las imágenes
BBC, Proceedings of the Royal Society B, Sinc
Palabras clave:
mundo clasico, época romana, Baelo Claudia, Cádiz, ballenas, paleoecología, ADN, medio ambiente, economía,
Bibliografía científica, publicación original
Proceedings of the Royal Society B
Un equipo internacional compuesto por ecólogos, arqueólogos y genetistas, entre los que se encuentran investigadores de la Universidad de Cádiz han participado en el hallazgo y análisis de huesos de ballena en las excavaciones arqueológicas de una factoría romana de procesamiento de pescado en Baelo Claudia, ubicada en el estrecho de Gibraltar. Estos fósiles sugieren la posibilidad de que los romanos cazaban a las ballenas hace unos 2000 años.
Las dos especies de ballena descubiertas, la de los vascos (Eubalaena glacialis) y la gris (Eschrichtius robustus) actualmente no viven en las costas europeas. Antes de este estudio, se asumió que el Mar Mediterráneo estaba fuera del rango histórico de estas dos especies de ballenas.
Ambas especies son migratorias y su presencia al este de Gibraltar indica que llegaban a entrar al mar Mediterráneo para reproducirse. Esta región fue durante la época romana el centro de una importante industria de tratamiento pesquero cuyos productos eran exportados por todo el Imperio Romano. Las ruinas de cientos de factorías con grandes tanques de salazón persisten todavía hoy en la región.
“Los romanos fueron muy eficaces explotando los recursos marinos, incluyendo grandes peces, como el atún rojo, de manera que empezamos a preguntamos si no pudieran llegar a explotar también las ballenas”, explica Darío Bernal-Cassola, arqueólogo de la Universidad de Cádiz y coautor del estudio que publica la revista Proceedings of the Royal Society of London B.
Científicos del departamento de arqueología de la Universidad de York fueron los encargados del análisis de ADN antiguo gracias a nuevas técnicas moleculares, basadas en el código de barras de dicho ADN y a la huella dactilar de colágeno, que les permitió identificar los huesos como pertenecientes a estos dos cetáceos.
Estas nuevas técnicas confirmaron también la existencia de una escápula de ballena gris en un poblado prerromano costero de Asturias. Según otro de los coautores de este estudio, Carlos Nores, profesor honorario de la Universidad de Oviedo, “la aparición de este hueso con signos de haber sido descarnado –en un entorno muy adecuado para la captura de este cetáceo– hace suponer que los territorios de cría de esta especie podrían ser similares a los de la ballena de los vascos y que pudiese tratarse del embrión de la industria ballenera desarrollada en la costa cantábrica durante la Edad Media”.
¿Los romanos las capturaban o eran ballenas varadas?
Después de siglos de caza, actualmente ambos cetáceos están amenazadas. La primera con una población muy mermada en el este de América del Norte y la ballena gris ha desaparecido por completo del Atlántico Norte y ahora está restringida al Pacífico Norte.
"Estos nuevos métodos moleculares están abriendo nuevas ventanas en los ecosistemas del pasado. Las ballenas a menudo se descuidan en los estudios arqueológicos, porque sus huesos frecuentemente están demasiado fragmentados para ser identificables”, dice Camilla Speller, investigadora de la Universidad de York. "Nuestro estudio muestra que estas dos especies formaron parte del ecosistema marino mediterráneo y, probablemente, utilizaron la cuenca protegida como un terreno para dar a luz”, añade.
Este estudio contribuye al debate sobre si, junto con la captura de peces grandes como el atún, los romanos tenían una industria ballenera o si quizás los huesos son evidencia de una recolección oportunista de ballenas varadas a lo largo de la costa.
Ana Rodrigues, coautora en el Centro Nacional Francés de Investigación Científica, apunta: "Los romanos no tenían la tecnología necesaria para capturar los tipos de grandes ballenas que se encuentran actualmente en el Mediterráneo, que son especies de alta mar. Las ballenas grises y sus crías habrían llegado muy cerca de la costa, convirtiéndolos en blancos tentadores para los pescadores locales".
Es posible que ambas especies hayan sido capturadas utilizando pequeños botes de remos y arpones de mano, métodos utilizados por balleneros vascos medievales siglos más tarde.
Gibraltar, área de la industria del pescado
La región de Gibraltar estaba en el centro de una industria de procesamiento de pescado masivo durante la época romana, con productos exportados en todo el Imperio Romano. Las ruinas de cientos de fábricas con grandes tanques de salazón todavía se pueden ver hoy en esta zona.
El conocimiento aportado sobre las ballenas costeras que habitaron el Mediterráneo proporciona una nueva forma de ver las fuentes históricas. De hecho, “podemos, finalmente, comprender adecuadamente las palabras del naturalista del siglo I, Plinio el Viejo, cuando describía a las orcas atacando a una ballena y a su cría recién nacida en la Bahía de Cádiz”, indica Anne Charpentier, profesora titular de la Universidad de Montpellier y también coautora del estudio. “No se puede comparar con nada de lo que hoy podríamos ver, pero se ajusta perfectamente con lo que sabemos de la ballena gris y la de los vascos”, insiste.
Los autores de este trabajo aconsejan a historiadores y arqueólogos que reexaminen su material a la luz de los nuevos conocimientos sobre las ballenas costeras cuando formaban parte del ecosistema marino mediterráneo y que consideren la posible existencia de una industria ballenera romana.
“Parece increíble que hayamos perdido y olvidado dos grandes ballenas en una región tan bien conocida como es el Mediterráneo”, sostiene Rodrigues, quien añade: “una se pregunta cuántas cosas habremos olvidado”.
Las dos especies de ballena descubiertas, la de los vascos (Eubalaena glacialis) y la gris (Eschrichtius robustus) actualmente no viven en las costas europeas. Antes de este estudio, se asumió que el Mar Mediterráneo estaba fuera del rango histórico de estas dos especies de ballenas.
Ambas especies son migratorias y su presencia al este de Gibraltar indica que llegaban a entrar al mar Mediterráneo para reproducirse. Esta región fue durante la época romana el centro de una importante industria de tratamiento pesquero cuyos productos eran exportados por todo el Imperio Romano. Las ruinas de cientos de factorías con grandes tanques de salazón persisten todavía hoy en la región.
“Los romanos fueron muy eficaces explotando los recursos marinos, incluyendo grandes peces, como el atún rojo, de manera que empezamos a preguntamos si no pudieran llegar a explotar también las ballenas”, explica Darío Bernal-Cassola, arqueólogo de la Universidad de Cádiz y coautor del estudio que publica la revista Proceedings of the Royal Society of London B.
Científicos del departamento de arqueología de la Universidad de York fueron los encargados del análisis de ADN antiguo gracias a nuevas técnicas moleculares, basadas en el código de barras de dicho ADN y a la huella dactilar de colágeno, que les permitió identificar los huesos como pertenecientes a estos dos cetáceos.
Estas nuevas técnicas confirmaron también la existencia de una escápula de ballena gris en un poblado prerromano costero de Asturias. Según otro de los coautores de este estudio, Carlos Nores, profesor honorario de la Universidad de Oviedo, “la aparición de este hueso con signos de haber sido descarnado –en un entorno muy adecuado para la captura de este cetáceo– hace suponer que los territorios de cría de esta especie podrían ser similares a los de la ballena de los vascos y que pudiese tratarse del embrión de la industria ballenera desarrollada en la costa cantábrica durante la Edad Media”.
¿Los romanos las capturaban o eran ballenas varadas?
Después de siglos de caza, actualmente ambos cetáceos están amenazadas. La primera con una población muy mermada en el este de América del Norte y la ballena gris ha desaparecido por completo del Atlántico Norte y ahora está restringida al Pacífico Norte.
"Estos nuevos métodos moleculares están abriendo nuevas ventanas en los ecosistemas del pasado. Las ballenas a menudo se descuidan en los estudios arqueológicos, porque sus huesos frecuentemente están demasiado fragmentados para ser identificables”, dice Camilla Speller, investigadora de la Universidad de York. "Nuestro estudio muestra que estas dos especies formaron parte del ecosistema marino mediterráneo y, probablemente, utilizaron la cuenca protegida como un terreno para dar a luz”, añade.
Este estudio contribuye al debate sobre si, junto con la captura de peces grandes como el atún, los romanos tenían una industria ballenera o si quizás los huesos son evidencia de una recolección oportunista de ballenas varadas a lo largo de la costa.
Ana Rodrigues, coautora en el Centro Nacional Francés de Investigación Científica, apunta: "Los romanos no tenían la tecnología necesaria para capturar los tipos de grandes ballenas que se encuentran actualmente en el Mediterráneo, que son especies de alta mar. Las ballenas grises y sus crías habrían llegado muy cerca de la costa, convirtiéndolos en blancos tentadores para los pescadores locales".
Es posible que ambas especies hayan sido capturadas utilizando pequeños botes de remos y arpones de mano, métodos utilizados por balleneros vascos medievales siglos más tarde.
Gibraltar, área de la industria del pescado
La región de Gibraltar estaba en el centro de una industria de procesamiento de pescado masivo durante la época romana, con productos exportados en todo el Imperio Romano. Las ruinas de cientos de fábricas con grandes tanques de salazón todavía se pueden ver hoy en esta zona.
El conocimiento aportado sobre las ballenas costeras que habitaron el Mediterráneo proporciona una nueva forma de ver las fuentes históricas. De hecho, “podemos, finalmente, comprender adecuadamente las palabras del naturalista del siglo I, Plinio el Viejo, cuando describía a las orcas atacando a una ballena y a su cría recién nacida en la Bahía de Cádiz”, indica Anne Charpentier, profesora titular de la Universidad de Montpellier y también coautora del estudio. “No se puede comparar con nada de lo que hoy podríamos ver, pero se ajusta perfectamente con lo que sabemos de la ballena gris y la de los vascos”, insiste.
Los autores de este trabajo aconsejan a historiadores y arqueólogos que reexaminen su material a la luz de los nuevos conocimientos sobre las ballenas costeras cuando formaban parte del ecosistema marino mediterráneo y que consideren la posible existencia de una industria ballenera romana.
“Parece increíble que hayamos perdido y olvidado dos grandes ballenas en una región tan bien conocida como es el Mediterráneo”, sostiene Rodrigues, quien añade: “una se pregunta cuántas cosas habremos olvidado”.
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