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jueves, 21 de febrero de 2019

Documentan restos de mangosta en la Península Ibérica hace ya 2000 años
by LB Paleorama - 0

A la izquierda, el mausoleo. A la derecha, los restos del sacrificio animal en su interior. Foto:Javier Heras. Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida.

Recientes hallazgos en Mérida prueban que la mangosta o meloncillo ya vivía en las casas romanas hace 2000 años

La mangosta o meloncillo (Herpestes ichneumon) es un animal introducido de forma artificial en la Península Ibérica. Hasta ahora se había interpretado que fue introducido por los árabes durante la Edad Media. Sin embargo, el reciente hallazgo de restos óseos correspondientes con esta especie en Mérida dentro de una tumba de época romana prueban que este animal ya era común en las casas romanas hace 2000 años. Su relativa cotidianidad en el mundo romano, atestiguada por mosaicos y representaciones en ámbitos domésticos de lugares como Pompeya, junto con este reciente hallazgo, llevan a cuestionar su pretendido carácter foráneo tras 2000 años de dispersión por nuestra geografía.

Fecha de Publicación
18 de febrero de 2019
Fuentes de información digital utilizadas
El País
Fuente de las imágenes
El País
Palabras clave:
mundo clásico, romanos, mangosta, Mérida, mascotas, enterramiento, Herpestes ichneumon
Bibliografía científica, publicación original
The Science of Nature

  • Mosaico romano en el que aparece representado un meloncillo, procedente de Pompeya. Foto: Universidad de Granada.
  •  
El historiador francés Pierre Vilar definió a la Península Ibérica como un cruce de caminos. Un lugar donde el Mediterráneo, el Atlántico y la Europa continental convergen y se relacionan. La romanización, y más tarde el Islam, supusieron dos momentos clave en los que se puede ver la circulación constante de personas, mercados e ideas que perfiló la apertura de la península al Mediterráneo. Con aspectos tan importantes como la vida familiar en una sociedad abierta, llegaron los animales de compañía, progresivamente adoptados por la sociedad peninsular.

Trabajos arqueológicos recientes en el centro Mérida han permitido documentar un monumento funerario, con cuatro urnas y restos de tres cuerpos incinerados. En este lugar se ha documentado los restos de un festín fúnebre con fragmentos de copas rotas de forma intencional. Junto a ellas se ha hallado un grupo de animales domésticos sacrificados dentro del ritual funerario. Entre los restos de hasta cuarenta perros enterrados en el interior de la tumba, destaca una mascota inusual, una mangosta egipcia.

Este animal, cuyo nombre científico es Herpestes ichneumon, está relacionado en los contextos domésticos con la eliminación de alimañas y distintas plagas como puedan ser ratas y serpientes. Su presencia en el mundo romano está retratada en mosaicos encontrados por ejemplo en Pompeya, siempre enfrentándose a animales enemigos de la familia. No obstante. en el caso de la Península Ibérica hasta ahora se pensaba que la mangosta había sido introducida junto a la gineta durante la Edad Media por los musulmanes. Los restos encontrados en Mérida prueban que las mangostas acompañaban a las familias romanas hace 2000 años, unos 800 años antes de lo que hasta ahora se creía.

Como siempre sucede en la arqueología, el verdadero valor de los hallazgos es su relación con el contexto en que fueron encontrados. En este caso, la mangosta de Mérida fue sacrificada junto con los perros en un banquete fúnebre, lo que refleja dos hechos importantes. Por un lado nos habla de la naturaleza doméstica del animal, y por otro constatamos que fue sacrificada para acompañar en el viaje al más allá a la persona fallecida. Para Javier Heras, miembro del equipo arqueológico que ha excavado estos restos, en el mundo mediterráneo el perro tiene un papel relacionado con ese tránsito al más allá.

De esta manera, el conjunto de animales sacrificados tiene un papel de guía al mundo de ultratumba, es lo que se denomina como animal psicopompo. El valor de la mangosta enterrada junto a los perros no se le escapa a investigadoras como Macarena Bustamante, de la Universidad de Granada. Para ella su presencia en el hallazgo fúnebre confirma que el animal sacrificado debió ser muy querido para la familia.

Aunque el equipo arqueológico resalta el carácter singular de este ritual, su hallazgo testimonia también la presencia de la mangosta en el ámbito doméstico hace al menos 2000 años. Este hecho unido a otros hallazgos conocidos en el ámbito romano induce a pensar que su presencia debía de estar consolidada por entonces.

Este dato abre también la puerta a otro debate en torno al carácter invasor de estas especies, mangosta y gineta. La mangosta o meloncillo, como se la conoce en nuestro país, está a día de hoy protegida. No obstante el investigador Miguel Delibes de Castro, ex director del Parque Nacional de Doñana, advierte de que numerosos cazadores reclaman que se pueda cazar. Su carácter foráneo es uno de los argumentos esgrimidos para la retirada de su protección. Por otra parte, una presencia de más de 2000 años de un animal que contó con un área de dispersión desde Andalucía hasta Galicia cuestiona hasta que punto el meloncillo puede ser hoy considerado un animal foráneo invasor.

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